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VELEZ 4 GODOY CRUZ 0

TRES TRISTES TIGRE
El tridente ofensivo de Gareca está a full: doblete de Maxi, un gol de López y otro de Larrivey le dieron a Vélez un triunfo arrollador sobre Godoy Cruz.
Gareca transformó a Vélez en un equipo feroz, agresivo, hambriento. Como buen depredador, el DT dejó sin defensa a su presa. Juntó a tres tigres. Uno con gran olfato de cazador, Rodrigo López; otro con técnica e inteligencia para atacar, Larrivey; y el tercero con velocidad y fiereza para liquidar a la víctima ante cualquier despiste o intento de escape, Maxi Moralez. Entre los tres tigres del Tigre Gareca, primero acorralaron a Godoy Cruz, después se lo comieron en un puñado de minutos y alegraron al exigente público de Vélez, que agradeció con una ovación la goleada del equipo.
La apuesta de Gareca es tan ambiciosa como efectiva hasta el momento. El doble 9 no sólo aporta potencia ofensiva en el área, porque el Bati y el uruguayo rebotan de espaldas y generan tiempo y espacio para que lleguen los volantes. Eso no funcionó demasiado mientras Moralez arrancó desde la banda izquierda, porque encima Cabrera del otro lado resolvió todo al revés. Vélez le empezó a encontrar la vuelta al partido cuando el Enano se paró como enganche clásico. Ahí, a espaldas de Rojas y Leiva (era dueño del medio), Maxi se asoció con el dúctil pie de Larrivey y tuvo el gol dos veces en su botín derecho. Sin embargo, un 10 desconfiado aún, falló en la ejecución.
El que no perdonó fue López. La platea de Vélez podrá insultarlo cuando sale del área o intenta gambetear, pero el charrúa no está para eso: él se siente cómodo aguantando entre los centrales y metiendo diagonales para anticipar y definir de frente al arquero. Así, con un cabezazo, abrió un juego que se le estaba poniendo incómodo al local, porque Figueroa no termina una en la red pero molesta todo el tiempo con su gambeta, y porque la excelente técnica de Caruso amenazaba.
Larrivey es un socio ideal para López, porque sale y entra del área con o sin pelota y mueve a toda la defensa rival. Claro que el éxito de estos tres tigres también se debió a que estuvo bancado por varios leones: Cubero (líder del equipo desde una posición particular), el pibe Otamendi, Razzotti y Zapata (otro con experiencia en la selva futbolística).
La contundencia del trío de ataque para hacer cuatro goles en un ratito sólo refleja una cara de Vélez, la de su poderío ofensivo. La otra es su peor enemiga: la del nerviosismo, la falta de confianza y la desconcentración. Para luchar contra esos males, al menos Gareca tiene a los tres alegres tigres adelante.

NEWELL`S 1 COLON 1

UN DOLOR DE PIRULO
La Lepra ganaba y seguía líder pero Germán Rivarola, ex Canalla con experiencia antileprosa, apagó la fiesta del Coloso y rescató un empate merecido para el Sabalero.
Festival de errores y tsunami de imprecisiones en el Parque Independencia. Pintaba para partidazo pero Newell's y Colón hicieron todo lo posible para bajarse de la punta. Ferrero habilitó a todos y Quiroga facturó; Pillud falló en la salida y Rivarola gritó el empate. Sí, por algo están donde están: ayer dieron un paso atrás. Sólo quedó el dolor de Pirulo, y lo sufrió la Lepra...
Mostraron todas sus falencias. De los primeros dos minutos, Pozo aguantó la pelota uno y medio. Sí, el arquero de Colón dejó en claro, desde el principio, que no había grandes ambiciones. Entonces, no pasó mucho tiempo para que tuvieran que ponerse a remontar el partido. Y era complicado: con dos defensores naturales en la mitad (Rivarola y Chitzof), más un volante de contención (Prediguer), era lógico que le faltara claridad.
Tampoco fue gran cosa lo de Newell's. Sólo en chispazos afinaron todos los intérpretes sobre la misma nota. Hasta Sensini reconoció que sus jugadores siempre hicieron una de más a la hora de atacar. Con energías a full, los pibes leprosos impusieron ritmo y les sacaron la pelota a sus rivales. Pero Vangioni y Sperdutti tomaron siempre la decisión equivocada. Bernardi mandaba en el medio, pero se quedó afónico de intentar que le hicieran caso a la hora de darle seriedad a los avances. Con Formica rodeado siempre y Salcedo ausente, de a poco se fue apagando el local, mientras Colón crecía con los cambios de su técnico.
Si Ferraro se mostraba como la columna defensiva de la visita, Prediguer fue el que empujó a su equipo hacia el campo enemigo. Los pelotazos para Fuertes tuvieron más rédito cuando le apuntaron a la carrera y no a la cabeza. Schiavi rechazaba todo por el aire, pero el Bichi le ganó las espaldas a todo el resto. Y corrió, peleó y contagió. Peratta le sacó un derechazo tremendo minutos antes de que el 20 Sabalero asistiera a Rivarola (en una pelota que el mismo ex Central le había ganado peleándosela a Pillud). Justo mojó Pirulo, el que una noche se vistió de Poy y definió un mano a mano por Copa Sudamericana...
Fue intenso el festejo de Rivarola, porque lo merecía, pero no debe ser extenso. Colón tiene que definir sus objetivos. Para pelear por el premio grande también deberá ser protagonista de visita. De lo contrario, padecerá en la zona roja. Ayer, sólo se animaron cuando Newell's bajó sus defensas. Pero mereció el punto: hizo figura al arquero rival. Y Boquita, con dos empate al hilo en casa, tendrá tarea para la semana. No se entendió que el DT, con Sasá ausente, no pusiera a Armani.
Demasiados motivos dieron para caerse de la punta. Falta mucho. Lo decían en la semanas previas, cuando los postulaban. Si quieren dar lucha deberán tomar nota de los errores y corregirlos. Si es por las fallas de ayer, les va a doler la mano de tanto anotar.

BANFIELD 3 CENTRAL 1

RÁFAGA MONUMENTAL
Banfield encontró en tres minutos todo lo que se le había negado en el partido con River. Así liquidó a un Central que sigue en caída libre en la tabla de promedios.
En tres minutos se puede lograr lo que no se consigue en 90. Se puede cambiar impericia por contundencia, desconcentración (Pompei mediante) por atención e infortunio por suerte. Banfield lo hizo. Transformó el mal resultado en el Monumental en la ráfaga que tuvo a partir de los 42 del primer tiempo: un gol en contra de espalda-nuca, la expulsión de Zarif (dos faltas a Bertolo), el cabezazo de Bertolo y partido definido.
Lo paradójico del caso es que Banfield tuvo menos volumen de juego que la semana pasada. Sin embargo, del otro lado se encontró con un Central que combinó su andar cansino con una propuesta ofensiva que fue reprobada por su propia gente. El gol de Burdisso fue un milagro para un equipo que se repitió sistemáticamente con pelotazos frontales, que tuvo a un abnegado Caraglio que pedía en la primera etapa que le dejaran una bola al pie, que no encontraba sociedades en los escasos intentos del Equi González y que, encima de todos los pesares, quedó por debajo de Gimnasia LP en los promedios.
Lo que no se puede discutir es la legitimidad del triunfo de este Banfield que con un 3-3-2-2 se para desde el comienzo con la vista en el arco de enfrente. El tema es que no siempre logra progresar en el campo como consecuencia del juego asociado. Los laterales-volantes eligen el bochazo antes del toque y paso, de modo que abren poco la cancha. Erviti tira muchos firuletes, pero en la línea del mediocampo. Y cada jugada de Bertolo mide unos 30 metros, ya que abusa de la tenencia. Claro que es tan determinante en la marcha individual que, mientras lo miran de afuera, es el más determinante adentro.
Los goles le dieron aire y espacio a Banfield. Ya no se vio ese partido cerrado que en otros tiempos plantearon Burruchaga y Alfaro en un Arsenal-Quilmes. Los contraataques fueron una invitación para el local. Así, con todo el panorama, llegó la bomba de James Rodríguez Rubio, y Broun apenas la pudo mirar desde la sombra del arco. A Central no le quedaba tiempo ni para pelear con su amor propio ni para festejar el descuento. Le costará salir de donde está con partidos como el de anoche. En cambio, el Taladro, se trepó a la pelea. ¿Y qué pasa si sigue con esta ráfaga?

GIMNASIA LP 2 INDEPENDIENTE 0

ESTO NO ES RACING
Al Rojo se le acabó el encanto del derby. Gimnasia lo bajó y se quedó con la fiesta que quería Pepé para su cumpleaños: punta y chance de salir de la Promoción.
Gimnasia jugó el partido como lo que era: una más de las tantas finales en cadena que debe encarar de acá hasta el final del semestre. Independiente jamás pareció un equipo que venía de llevarse un clásico: ni cuando empataba, ni cuando perdía. Esa fue la razón principal del resultado. No la única...
Está claro que Gimnasia no es Racing. Debería saberlo Independiente. Este Lobo gana porque conoce cuál es la receta que más se adapta a sus posibilidades. Optimiza sus recursos. Juega a meter, ahogar, presionar, porque debe entregarlo todo para permanecer en Primera. Es consciente de que no le van a sobrar llegadas, que difícilmente sea el rey del ping pong de llegadas, y entonces se enfoca en ser efectivo de cara al arco rival. Y cuando consigue la ventaja, la sostiene en su solidez, la misma que le permitió terminar el Apertura con la valla menos vencida. Y así, este equipo que necesariamente empezó el torneo pensando en el promedio, acosado, hoy mira hacia arriba y también hacia abajo, con serios riesgos de sufrir de tortícolis, porque a esta hora, en la tabla de la página 2, está puntero, solito y solo.
Independiente se había mostrado mejor en el arranque, algo más preciso, inquietante por las bandas, con Ismael Sosa vestido de wing derecho y con centros venenosos de Mancuello. Pero rápidamente evidenció dos problemas profundos. El primero, y más tangible, fue su falta de efectividad. José Moreno falló todas: las fáciles (el cabezazo que falló a los tres minutos de juego es insólito), las regulares y las difíciles. El segundo, su falta de intensidad, o tibieza, como le dicen en algunos barrios. Gimnasia, prácticamente sin generarle situaciones de peligro (antes del frentazo de Maldonado, hubo un zurdazo mordido de Piatti), casi que le puso los clavos en el cajón.
Porque cuando faltaba una hora de partido se palpaba que el vencedor estaba decidido. Y eso es para asustarse. Independiente volcó todas sus expectativas ofensivas en Moreno, y ya está dicho cómo jugó el colombiano. Encima, Montenegro estaba disperso, perdido, alejado del área. Todo el equipo fue demasiado light para el torbellino de ímpetu que mostró Gimnasia. Para peor, el Rojo no encontró reacción en el banco. Pepé Santoro también tiene parte de responsabilidades en no haber podido celebrar sus 67 años con una alegría: demoró la salida de Moreno (es cierto, en el banco no tenía a Van Nisterlooy, pero bien que el DT había pedido refuerzos y no llegó ni un punta nuevo) y le faltaron reflejos para sacar a un defensor y tentar un poquito al destino.
El equipo no esbozó ninguna reacción anímica vinculada al deseo de vivir otra semanita veraniega como la que acaba de esfumarse. Gimnasia, el puntero, le mostró de qué se trata. Y lo mira desde lejos.


ESTUDIANTES 2 SAN LORENZO 1

TE PINCHA EL GLOBO
San Lorenzo sufrió su miniclásico: un gol de Cellay y un buen partido de Sánchez Prette, dos ex Huracán, lo voltearon y le dieron el primer triunfo a Estudiantes.
Ole, lé; ola, lá, Cellay es de Pompeya y es hincha de Huracán..." No fue un derby Parque Patricios-Boedo. Fue en La Plata, fue Estudiantes el protagonista del triunfo, el primero en lo que va del torneo, un estímulo para una campaña que se venía desdibujando (incluyendo la Libertadores). Sin embargo, para algunos sí fue un clasiquito personal; y ese centro perfecto de Sánchez Prette y cabezazo impecable, goleador, de Christian Cellay, hizo revivir viejos duelos entre Quemeros y Cuervos. Que esta vez, como detalle, tuvo a miles de pinchas en primera fila, disfrutando la alegría. Que se sostuvo hasta el final y que se descargó fuerte en el último pitazo porque, también, hubo antes un espacio para la tensión, provocada por otro hombre del Globo: Andújar, quien con un regalito le dio vida al Ciclón cuando el partido ya estaba casi fumado y apenas quedaba la colilla.
Un premio consuelo para San Lorenzo, aunque no hay quién lo consuele en realidad. El equipo volvió a mostrar la misma incapacidad creativa que viene dejando ver en los últimos juegos, algo que se potenció desde el momento en que salió lesionado Pablo Barrientos. Afectado anímica y futbolísticamente, esta baja profundizó los problemas y dejó como conclusión un partido en el que, exceptuando dos remates desde afuera del área del Pitu, San Lorenzo no arrimó ninguna jugada complicada para Andújar salvo las dos que el propio arquero se encargó de complicar (una terminó en gol). Pero antes y después, hubo grandes debilidades defensivas y muy pocos méritos ofensivos. Quizá en la contracción al trabajo, en la aplicación y en la disciplina táctica que tuvo Estudiantes pueda encontrarse el porqué de este triunfo, o, al menos, la principal diferencia entre ambos equipos, igual de cansados por los partidos coperos de entre semana jugados en el exterior e igual de necesitados por poner blanco sobre negro en sus cuestionados rendimientos.
El partido en sí contó con la particularidad de tener un desarrollo opaco hasta que sufrió un repentino sobresalto, el que le dio Sánchez Prette. Desde sus pies Estudiantes encontró la llave y abrió la puerta, con su verticalidad generó infracciones y grietas en una endeble defensa de San Lorenzo. Y permitió que su equipo se relajara y le pasara la presión al rival, que ni con las variantes que intentó Russo en el entretiempo -Ledesma y Silvera por Solari y Chávez- se equilibró. Al contrario, fue más de lo mismo. Estudiantes, aplicado y, en ventaja, suelto; San Lorenzo seco de ideas y desmoralizado. Ni con el regalito de Andújar levantó: ya bastante tenía con el gol de Cellay y el partido de Sánchez Prette...


RIVER 2 BANFIELD 0

DE PUNTA PARA RIVER
¡¿Qué último?! Con un tiro libre polémico de Abelairas y una asistencia de caño de Fabbiani para Falcao, el equipo de Gorosito está primero. Pero otra vez jugó flojo y la figura fue Ojeda.
El Cholo Simeone dijo que el equipo iba a aparecer en la quinta fecha. Se supone que se refería al torneo pasado. O quizá lo suyo fue una profecía de lo que sería este modelo 2009 que juega como puede. Y puede, como se ve, ganar sin el afán de respetar los preceptos que históricamente reclama la San Martín. ¿Cómo? De punta para arriba. Para River.
Para un River que transmuta por la bipolaridad, lo de ahora es euforia. El ganar genera el efecto de esas píldoras (¿azules?) que levantan los ánimos de la dama y el caballero. Van dos al hilo, la misma cantidad que en todo el Apertura. El qué, entonces, se festeja con los ojos tapados mientras se espera la resurrección del cómo.
No tener la pelota es, acaso, el mayor de los pecados que puede cometer un equipo que se predispone a ser protagonista. Y River jugó ayer varios partidos posibles, pero en ninguno de ellos hizo bandera de la posesión. Esta incomodidad fue por carencias propias -falta de movilidad y ciertas posiciones desfavorables como la de Buonanotte, partiendo casi como gemelo de Ahumada- así como por los aciertos de un digno rival que lo obligó a saltar la presión con el pelotazo y a dividir en la zona en que Gorosito promulga el pase seguro. El toco y paso, en cambio, lo vio de a ratos en la combinación de empeines de Erviti y Bertolo, una pesadilla para Ferrari-Augusto.
Pero buscar la identidad ganando es más fácil. Fácil para pensar el próximo partido, fácil para ver el video de ayer y fácil para no sufrir en la repetición de la tapada de Ojeda -al ex Boca- que podría haber cambiado el sentido de la tarde. Porque River no fue ancho ni profundo. No desequilibró como consecuencia del juego asociado sino que, a ciencia cierta, lo hizo a partir de la causa que abrió Pompei con su dudoso gesto. Bueno, tal vez se defendió bien. Tampoco. En el primer tiempo, Banfield le encontró más agujeros que un queso gruyere a las espaldas de Augusto y Ferrari. En el segundo, le perdonó la existencia con las bonificaciones en las pelotas paradas. Más: el Tano Nasuti no jugó, y se olvidó las piernas del Diego del 94 en la publicidad. Gerlo se las quiso poner dos veces al salir jugando y sumó más (in)seguridades. ¿Entonces? Pues River resultó 100% efectivo, lo que no es poco. Y se acomodó, sin excesos de pudor, a buscar el contrapie del rival. Tambien exploró la punta izquierda que no había visitado en los primeros partidos. Recuperó otras esencias como la pegada de Abelairas y el despliegue de Ahumada que, con todos los títulos atroces que se le quieran meter, sigue siendo fundamental en el andamiaje del equilibrio. Y la entrega incansable de Falcao. Y van 466 palabras y aún no se nombró a... Fabbiani. Es cierto. ¿Cuánto tendrá que ver en esta historia? En la semana es Sportivo Verborragia. Los domingos juega para Club Atlético voy-a-entrar-e-inventar-algo. Es el que le prestó a River este nuevo momento de optimismo. De punta para arriba. Pero en la punta, al fin.


LANUS 1 BOCA 0

NO ENGRANA
Boca se quedó sin verano, fútbol y resultados. Ahora perdió ante un combativo Lanús y no logra arrancar.
Acá no hay verano, está claro... No, por lo menos, para este Boca que había sido la sensación en un enero que ya parece de otra estación. Ayer, encima, en Lanús hubo lluvia, fresco, cancha pesada, barro, pierna fuerte, fricción y un rival incómodo, incomodísimo, que no sólo lo puso en clima difícil con el gol tempranero de Salvio. Este equipo de Zubeldía juega bien y es capaz de mezclar los dulces: jugar bien y lindo. Pero esta vez no le quedó nada grande el traje de combate. Metió Lanús, peleó, se defendió, la aguantó y dejó al campeón recalculando, sin sol y con poca playa de margen, en un torneo que ya lo tiene con dos derrotas. Y seguidas.
¿Qué le pasa al campeón que no engrana? A no confundir: no es este Boca un equipo sin actitud, desganado, relajado por el título. De hecho, si algo ayer lo puso a tiro del empate aun en momentos de poca lucidez, fue su amor propio, su entrega, su empuje. Pero sí es un equipo al que le falta volumen de juego. Ayer no tuvo a Riquelme, pero tampoco a Gracián, su reemplazante. Desconectado el Tano, no fue receptor ni conductor. Palacio y Noir, los ligeritos que eligió Ischia, tuvieron la cancha al revés: debían jugar de espaldas más que de frente y así los comió la marca. Para colmo, desacostumbrado a jugar sin nueve, Boca se quedó sin peso en el área. Conclusión: rápido para tocar como para salir de contra, su rival sintió, pudo y quizás debió aumentar la diferencia.
Pero como dijo Madelón, Lanús te mata o lo matás. No mató el local y Boca se vio vivo y con balas en el cargador: Gaitán entró mejor que Gracián, Palermo es Palermo (el sábado será titular ante Huracán), Vargas aportó claridad y llegada, Battaglia marcó territorio y el Pelado cambió de plan: de los dos ligeritos por afuera, a los dos goleadores por adentro con Viatri y Martín. Con un atenuante: como Rodrigo pidió el cambio, Ischia tuvo que mantener a los cinco defensores. Así, con Ibarra de un lado y Krupo del otro, apostó a llenar de cocazos a su rival. Y el Tucu llegó de wing no sólo para el centro sino también para el remate franco al arco. Pero falló en la resolución de la jugada y, por consecuencia directa, el plan B tampoco dio resultado.
Con pibes de primera vez como titular (Menéndez), sin su formación entera, sin su goleador de gatillo fácil (Sand), Lanús la bancó con Bossio de figura y engrana otra vez. Boca, no. Está claro...


ARGENTINOS 2 SAN MARTIN(T) 2

NO VIO EL VIDEO...
Al equipo de Vivas, meticuloso como su maestro Bielsa, le volvieron a empatar de pelota parada a los 49' por otra falta ingenua de Mercier. Al Bicho le falta juego.
Un técnico que leyó mal el partido. Un chico con apenas 53 minutos en Primera que se asustó en el momento menos indicado. Un jugador con mil y un batallas en el lomo que volvió a pecar de ingenuo (utilizamos este término para no ser groseros nomás). Una defensa que perdió la segunda jugada y permitió que el delantero rival, en el minuto 49, tenga tiempo hasta de frenar la pelota. Un arquero que no te salva nunca. Por todo esto, y varias cosas más, a Argentinos le empataron el partido en el último instante.
Meticuloso y detallista como su maestro Bielsa, esta vez Claudio Vivas no vio el video del encuentro con Vélez. Y tampoco Mercier. Otra falta innecesaria cerca de la línea de cal del jugador fetiche de Gorosito, y otra vez al Bicho le igualaron de pelota parada. Le falta suerte, sí, pero también argumentos futbolísticos para no sufrir.
La propuesta de Vivas de jugar con la pelota al piso es interesante, pero el equipo todavía no rinde ni la mitad de lo que acostumbró en el semestre pasado (es la misma formación, salvo Escudero). Así, con un Mercier desconocido y un Ortigoza infantil (le pagó viejas cuentas a Pérez Castro) a Argentinos se le complicó. Salvo los intentos de Peñalba (las pidió todas) y un par de arrestos individuales de Hauche (clave en el primer gol), el Bicho nunca entendió cómo vulnerar a San Martín, un equipo que pelea por evitar el descenso pero que se resiste a los pelotazos sin sentido. Una línea de tres que por momentos se transforma en cinco, el correctísimo manejo de Pérez Castro y las ganas del resto, le alcanzaron.
Decíamos que Vivas leyó mal el partido. El ingreso de Prósperi (jugó bien) a los 39' ST por Hauche fue la pauta de que había que aguantar. Pero sus muchachos lo interpretaron mal. Cedieron la bola (sólo Peñalba entendió aquello de 'defenderse con la pelota'), se replegaron atrás y dejaron que los tucumanos se agrandaran. Así, tras un córner, a Ciro Rius (otra apuesta del DT) le tembló el pie, le dejó la pelota en mitad de cancha a Gutiérrez cuando el arco estaba vacío y tenía todo el campo a su disposición, y luego, sí, llegó la inoportuna falta de Mercier. Otra vez igual. Un déjà-vu. A repasar los videos muchachos...


TIGRE 1 VELEZ 2

POR ALGO ES BATI
Joaquín Larrivey tuvo el mejor debut posible: hizo el gol del triunfo de Vélez y fue la figura de la cancha.
Alguna vez Joaquín Larrivey confesó su admiración por Hernán Crespo. Curioso tratándose de un jugador apodado Bati, y no precisamente por usar capota y volar tipo Batman. Siempre sintió, de todos modos, que cualquiera de las dos comparaciones le quedaban grandes. No se cree (todavía) el delantero "de equipo" y con gol que es Crespo ni ese goleador brutal que fue Gabriel Batistuta. Sin embargo, Vélez lo esperaba con expectativas mayores. A nadie le importaba demasiado si era más parecido a uno u otro, o si representaba un mix. Lo interesante pasaba por la necesidad de saciar la falta de gol que venía mostrando el equipo. Y Larrivey, quien está en Vélez desde hace una semana, quien fue designado titular por Gareca en la práctica de fútbol del miércoles y respondió metiendo un gol, anoche empezó a hacer sentir satisfechos a los dirigentes que pusieron 450.000 dólares por el préstamo hasta el final del torneo, sin opción ni nada para quedarse después de mitad de año. El Bati, que ya se perdió dos fechas, vino para jugar sólo 17 partidos. Y la forma de amortizar la inversión es con goles. Por lo que parece Vélez se encamina hacia un buen negocio...
Ojo, no sólo por su gol, el 2-1, bien de goleador, metiendo en el arco -casi cayéndose- una pelota que
quedó muerta en el área después de dar impensadamente en Castaño; sino también por el despliegue que el ex delantero de Huracán mostró a lo largo de todo el partido. Movilidad, participación y oportunismo. Un mix, en definitiva, de Crespo y Batistuta, que Vélez pudo disfrutar para seguir invicto en el torneo y, especialmente, para salir de un arranque dudoso por dos empates seguidos.
La llegada de Larrivey ayuda, claro está, pero tampoco es la solución a los problemas estructurales que muestra Vélez, que jugó mejor que Tigre, sí, aunque no por eso fue súper profundo y peligroso. Fue agresivo en su actitud y en su postura ante el partido, dispuesto a llevarse por delante a su rival, listo para acorralarlo en su campo. Aunque no encontró la claridad necesaria para vulnerar con más facilidad a Tigre, una sombra del equipo que hace un par de meses jugó el triangular definitorio con San Lorenzo y Boca. Ocampo se paró como enganche (Moralez no jugó por estar suspendido), suelto para decidir dónde trasladarse, pero su imprecisión llevó en varias ocasiones a Vélez a depender de los centros de Cabrera. Mostraba sus uñas aunque éstas no arañaban como para lastimar.
Pero le alcanzó. No le sobró como para descorchar y tirarse a un costado a emborracharse tranquilo, pero le alcanzó. Con Larrivey, sus ganas, su polenta y su oportunismo, tuvo para festejar por primera vez en el Clausura.


GODOY CRUZ 1 ARSENAL 0

ES UN SACAPUNTA
Arsenal llegó líder a Mendoza, pero se encontró con un Tomba que sabe bien a lo que juega: le ganó bien, lo bajó y se prendió en la cima al menos por una fecha...
 Habrá que empezar a pensar, entonces, que es cosa seria. Que el triunfazo ante San Lorenzo en el Gasómetro no se trató de uno en un millón. Este Godoy Cruz de Diego Cocca hizo méritos para estar donde está. ¿Dónde? En la punta. Porque Godoy Cruz, desde anoche, es uno de los punteros del torneo.
A todas luces, el Tomba parece saber a lo que juega. O lo que quiere hacer. Se nota la intención: juego por abajo, siempre un hombre libre cerca de la pelota para tenerlo como descarga, para llegar al toque hasta tres cuartos de cancha y después apostar por dos delanteros con movilidad y buen pie. También gana, como ayer, con un Olmedo que corre, quita y entrega prolijo, manda, ordena y releva con criterio.
Es cierto, Arsenal ayudó bastante en los primeros 20 minutos. Desordenado, sin firmeza atrás, entregó la pelota y no supo cómo recuperarla. Godoy se aprovechó de eso: tuvo en Encina al volante más peligroso e intratable para el Arse, y a Figueroa on fire para desprenderse de las marcas y probar desde afuera a cada rato. De un tiro libre del ex Chacarita llegó el 1-0 de Caruso.
Lo bueno del equipo mendocino no duró toda la noche. Aun manteniendo la intención, la búsqueda, equivocó los caminos, se apresuró y comenzó a fallar en la entrega. Arsenal se compuso a partir de Carrera y de los centros de Yacuzzi. Por las bandas provocó, pero fue por el medio por donde mejor llegó (remate de Sena que dio en el palo y mala definición de Leguizamón frente al arco).
El descanso le dio aire al Tomba para volver al ruedo. Porque si bien Arsenal estaba obligado a ir por necesidad, Godoy Cruz siguió intentándolo por elección. La sociedad entre Encina y Figueroa le dio un ritmo infernal al juego local. ¿Por qué no ganó más comodamente? Por Campestrini, que sacó todo. ¿Por qué no empató Arsenal? Porque Ibáñez metió un manotazo salvador sobre la hora, ante un remate de Leguizamón. ¿Por qué Godoy Cruz quedó puntero? Porque demostró que lo suyo no es una casualidad. Que tiene una idea clara. Y, por ahora, le va bien: al menos ya mira otra tabla...


COLON 2 CENTRAL 0

LA CUENTA REGRESIVA
Colón le ganó a Central, llegó a la punta y sigue soñando con dejar de ser la eterna promesa de la mano de Fuertes, que metió dos y quedó a siete de los 100 en el club.
Hace cuentas Fuertes para llegar a los 100 goles en el club. Hacen cuentas Mohamed, el Bichi, sus compañeros y los dirigentes al ver que con el 2-0 Central quedó lejos, muy lejos. Y hacen cuentas los hinchas, lógico, porque Colón arrancó el torneo derechito, sin fisuras y amenaza con dejar de ser la eterna promesa para convertirse, al menos por una vez, en protagonista.
Tres jugados, dos triunfos y un empate. Desde lo estadístico, a Colón le dan los números. Y también desde lo anímico. Porque si bien es un equipo que no luce, que no tiene chapa de revelación y que por momentos aburre, es capaz de remontar un 0-2 contra River (y en el Monumental), que atiende a a Gimnasia de Jujuy y que se saca de encima a Central con apenas una ráfaga de fútbol. Porque eso fue lo que tuvo entre los 9 y los 11 del primer tiempo: un derechazo de Castillo, otro de Rivarola y un cabezazo del Bichi para ponerse 1-0 y dejar la responsabilidad de salir en los pies de Central.
Pero este Colón tiene un desafío mayor: sostenerse, seguir así, no marearse por haber llegado a la punta de la tabla. Porque nadie se olvida de que el arranque del último Apertura fue igualito. ¿Y después? Estuvo siete fechas sin ganar...
Contra Central, a no dudarlo, dio un buen paso. Porque ya en ventaja, lo Aguantó con Ferrero, mordió con Prediger, la entretuvo con Oyola, osciló entre el aplauso y el fastidio con el imprevisible Daley Mena y lo liquidó con Fuertes, quien llegó a los 93 goles en el Sabalero. Sí, es cierto, los rosarinos no fueron un derroche de ideas. Porque pese a tener el manejo territorial y hasta con tres situaciones claritas (un mano a mano de Choy, otro zurdazo del uruguayo y un tiro libre de Lima) no pudieron ni hacerle cosquillas al seguro Pozo.
Así, incluso dividiendo la bola, Colón sumó, multiplicó la ilusión de sus hinchas, le restó importancia a lo que vendrá y se fue deseando que el sueño esta vez se haga realidad. Ese es el desafío. Y la cuenta regresiva ya empezó...


INDEPENDIENTE 2 RACING 0

TODO X 2 LUCAS
Metió el gol que abrió el clásico y se peló la piel para evitar uno de Racing. Encontró la luz en la crisis... En Independiente, héroe se dice Pusineri
Lucas Pusineri está invitado a la mesa de los que nacieron para ser héroes. Es el pequeño tenaz que pelea con la honda; es el estandarte que se eleva más alto que un muchacho diez años menor para meter un testazo mortal; es el guerrero al que sólo derrotan con un flechazo en el talón; o es el gladiador que entrega la piel y la sangre en sacrificio para defender su bando pero que nunca se rompe y se mantiene en pie. Herido, pero enhiesto. Mito o realidad, la diferencia se hace imperceptible para el hincha de Independiente, que ve cómo San Lucas los invita a romperse las manos o a descerrajar sus gargantas al grito de "Pusineri, Pusineri...".
Porque a los 32 años, con muchas batallas, es el que muestra el camino de cómo se debe jugar un clásico. Y cómo ganarlo. No se equivocó el propio Pusi cuando hizo un diagnóstico certero de por qué Pepé Santoro lo devolvía a la titularidad justo en el partido en que se ponía en juego la paz de media Avellaneda. "Tal vez se ve en la obligación de ponerme", admitía, con pataleo incluido, el que en ese entonces ya olfateaba que no estaba destinado a pasar inadvertido. "Por suerte el sueño se hizo realidad. Absorbimos los problemas. Esta es una victoria para un equipo que fue bastardeado en las últimas semanas y es gratificante. Pero no soy responsable absoluto en las victorias ni tampoco en las derrotas", celebró, aún con algo de dolor en el pecho porque ponerlo en este Independiente trae consecuencias.
La misión es, claro, seguir por el camino mostrado por Pusineri para que los dolores desaparezcan por completo. El bajó el mensaje desde el juego: siempre hay que saltar más alto que tu rival, como lo hizo con Yacob en el gol propio, o siempre hay que poner un plus de sacrificio, como lo mostró en la feroz barrida que dejó a Lugüercio pateando al aire. "Las dos jugadas fueron épicas. Tal vez más la primera porque terminó en gol. Andá a saber si Lugüercio la metía...", se permitió dudar.
Le siguieron los pasos Montenegro y Tuzzio, otros dos puntos altos en la faena roja, como si ganar este clásico fuera, en buena medida, cosa de grandes. "No lo siento como una revancha pero este partido era un arma de doble filo. Si perdíamos, íbamos a ser los referentes los máximos culpables. Cómo habrá sido la cosa que los más pibes tuvieron que salir golpeados y nosotros seguimos", trazó su análisis sesudo. Y era así. Porque la semana había tenido un inusual trajín, más allá de la crisis en el juego, por la apretada de los barras pidiendo plata porque los agobiaba el lucro cesante que les generaba el mal paso del equipo (raro, porque esos barras estaban en la popular que deliró con la victoria. ¿Habrán festejado el triunfo que los aleja un poco de los pasajes al Mundial?). Y porque también corría riesgo el bronce de Santoro, con sospechas de que el plantel no le respondía. Por eso, en esta rotonda que suele ser el fútbol, el mismo Pusineri que una vez confesó que Pepé, en su último interinato, lo salvó al devolverle el puesto (que había perdido con Troglio) sin preguntarle cómo estaba, fue el que ayer le dio una palmada en el lomo al legendario arquero que encontró algo de sosiego en su inestable tránsito como técnico. Claro que, de aquí en más, se necesita, cuanto menos, repetir con carbónico la entrega de ayer pero agregarle algo más de lucidez, porque Independiente ganó sin ser precisamente una máquina.
Así, Pusineri invita a "mantener la cabeza fría". "Había muchas velas prendidas por todos lados, y surtieron efecto", se descargó, feliz, por un gol que no se animó a comparar con el que le hizo a Boca en el Apertura 2002, el día que lo bautizaron San Lucas. "Aquél nos dio un campeonato", enfría, aunque igual la felicidad se le escapa por la comisura de una boca que no se puede mantener cerrada.
-Lucas: el gol a Boca, el título, un gol a Racing, sos ídolo. ¿Te falta algo?
-Nada.


HURACAN 0 GIMNASIA LP 2

ANGELES CAÍDOS
Gimnasia sorprendió a Huracán con un arranque arrollador: le metió dos goles y pudo haberle hecho alguno más. El Globo fue toque pero sin contundencia.
Los inicios del torneo suelen invitar a la exageración. Cada partido da lugar a (apresuradas) sentencias absolutas. Entonces, salvo que te mandes un arranque soñado, las certezas duran apenas una semana. En eso anda Huracán, un equipo que puede arrollar y meterle a Racing cuatro goles en 17 minutos, o que gana escandalosamente el duelo de la posesión ante Gimnasia para terminar con cero gol en el arco de Sessa y dos en el propio.
Hubo aplausos para todos en Patricios. A los de Madelón, en retribución a tres puntos clave por la lucha de la permanencia y a una entrega formidable. Para los locales, por el respeto a un estilo, el de Cappa, que es fiel al ADN futbolero de la Quema.
El problema para el Globo es que se desnudó demasiado rápido en este Clausura. Y aunque el tiqui tiqui de Pastore, De Federico y el Maestrico siga ilusionando, no se vislumbra un plan B efectivo para vulnerar a una defensa que lejos de tener a un Franco Sosa con veleidades de Cafú, le plantó siempre a cuatro tipos firmes atrás. Y si Sessa merece una gran calificación es porque respondió siempre, pero a no creer que fue el salvador milagroso del Lobo. Huracán, a diferencia de lo seguido que se vio cara a cara con Campagnuolo, nunca le pudo poner un tipo mano a mano al Gato...
Al proyecto de buen equipo al que apunta Angel lo limita la realidad de Huracán club. Porque este team sabe a qué juega, apuesta a la repetición de toques y a la paciencia, ese concepto menottiano de salir para poder entrar. Pero tiene a un Nieto de 9 y cuando alguno de los que salen de arranque no ofrece una prestación inspirada, el recambio disponible no suele brindar soluciones...
Gimnasia también sabe a qué juega. A otra cosa, por cierto. Batalla, meta y meta, laterales que son casi zagueros, un mediocampo de volantes mixtos, la referencia del Pampa y el toque distintivo de Niell. Ayer fue firmeza, velocidad para contragolpear y un estudiado libreto de centros para explotar la debilidad aérea de la zaga quemera. Y aunque el ideal que persigue Madelón sea mucho menos complicado de conseguir que el que anhela Cappa, paradójicamente, el previsible fue el local. Y ahí está el resultado de anoche como prueba.


NEWELL`S 1 GIMNASIA(J) 1

JUGÁ CON BOCA...
Newell's encontró más problemas contra Gimnasia de Jujuy en el Coloso que frente al Xeneize en la Bombonera. No resolvió ante pocos espacios y fue menos eficaz.
Gimnasia de Jujuy le generó a Newell's más dificultades en el Coloso que los de Boca en la Bombonera. Hubo una diferencia que fue la eficacia leprosa entre un partido y otro. También, que los jujeños pudieron vencer la resistencia de Peratta, a diferencia de Riquelme, Viatri, Palermo, Palacio y Cía. Fue a través de Juan Arraya, que desvió un remate, habilitado por el flaco Schiavi. El punta así terminaba una racha que es todo un karma en el equipo norteño. No gana de visitante desde el 20 octubre del 2007 (1-0 a Colón), y desde entonces van ocho empates y 16 derrotas. Santiago Salcedo anuló la chance del Lobo, con un tiro libre que venció la resistencia del tapado Pezzutti.
¿Qué cambió entre un partido y otro? Mientras Boca no supo qué hacer al sentirse dominado, Gimnasia se sentía más cómodo en la apuesta al contraataque. Entonces, Newell's encontró más dificultades para hacerse protagonista, y encima con menos contundencia. Clave.
Un mérito de Labruna fue darse cuenta antes que Sensini que debía cambiar. Del 4-3-1-2 pasó al 4-5-1, siempre con mucho orden. Otro acierto fue haberle dado minutos a Arraya. Aunque al punta también le gritó mal cuando, con el partido 1-0, falló un mano a mano por querer meterla de vaselina. Le erró por varios metros cuando el sentido común indicaba que podía resolver con un derechazo al primer palo. Peratta también le tapó otra clara, aunque el arquero de Newell's necesitó lucirse menos que Pezzutti, sobrio hasta para rechazar con un cabezazo en el piso y afuera del área.
Labruna estuvo cerca de cerrar el partido. Los cinco minutos posteriores al gol de Arraya fueron el punto top del Lobo, pero se sabe que es un equipo que no puede permitirse perdonar una y eso lo pagó.
Una buena apuesta de Sensini fue el punta Armani (fue al banco pese a su gol a Boca), por Bernardi. Aunque no se conectó bien Salcedo con Vangioni y Sperdutti. Y estuvieron apagados Formica y Torres, que ingresó en el segundo tiempo.
A Newell's le reapareció el viejo fantasma por el cual, una vez en la punta, le cuesta consolidarse y ampliar la diferencia. Su dominio chocó contra su falta definición. No hay que resumir el 1-1 en esa realidad porque Busse falló una de ésas que entran en la repetición. No siempre será como ante Boca.


SAN MARTIN(T) 3 INDEPENDIENTE 0

LA HISTORIA A LOS CANÍOS
Independiente puso a Bochini y Erico, pero un chileno lo humilló con tres golazos. Y encima llega Racing...
En el arco, Santoro. La línea de fondo: Clausen, Villaverde, Trossero y Pavoni. En el medio, guapo, guerrero y solo, Pastoriza, quien a la derecha goza con el vuelo de Burruchaga, y a la izquierda, con el de Bertoni. Y lo de arriba, bueno, lo de arriba directamente es un afano, suspendanló: Bochini, Agüero y Erico. Esos recuerdos, esos apellidos, hubieran necesitado Independiente para volver a ser Independiente, de una buena vez, y que el Santo tucumano no lo humillara como, vergonzosa costumbre, ya lo han humillado tantos. Independiente jugó anoche como si tuviera a Bertoni, pero el Bertoni de hoy, con sus kilos y sus nietos de hoy.
A los diez minutos, diez minutos nada más, Mancuello y Fredes ya habían regalado dos pelotas que Cantero y Canío aprovecharon, sorprendidos y apurados, pegándole por arriba del travesaño. Repetimos: diez minutos. Y tampoco es que San Martín fuera una máquina fatal: el equipo de Roldán se movía en bloque, todos juntos, con La Paglia ofreciéndose y abriendo la cancha con Quinteros o Leone, descansando en la movilidad de Ibáñez, buscando los huecos que ya iban a venir. Pases cortos, veloces triangulaciones (Mareque peleaba solo ante Quinteros que subía, el Leche que conducía e Ibáñez que recibía), hambre, actitud, condiciones que no deberían asombrar pero que ante Independiente se potencian como si estuviéramos viendo al Barcelona.
Inmediatamente después del 0-0 ante Vélez en el debut, Santoro, Montenegro y Assmann dijeron que se había jugado bien, que el resultado había sido positivo, que el rival sería candidato y entonces era bueno no perder (de local), palabras que están demasiado lejos de lo que un grande debe pretender. Independiente juega cada partido como si fuera una continuidad del anterior, y la sensación es que jamás generará una chance limpia de gol. Se nota que Mancuello sabe lo que es dársela a un compañero, pero Higuaín se le acerca poco y el Rolfi entiende que la única ruta es pegarle desde afuera (Gutiérrez le abortó dos derechazos). Del otro lado, en tanto, Moreira no pasa la mitad, y Fredes, quien tampoco llega nunca al fondo, la única vez que lo hizo se la bajó bien al Pipita, que lo pegó cruzado y con menos fuerza que la oposición nacional. Para entenderlo mejor: las más claras del Rojo fueron un penal que ni le acertó al arco y un bombazo de zurda de Rodríguez (ejemplo de rebeldía pero de desorden también, porque la jugada no nació de un tiro libre o córner) que tapó bárbaro la Anguila.
Y el equipo de Roldán, con su paciencia inusual, se aprovechó de todo eso y de los donativos metros que había entre Vittor y el fondo. El 1-0 fue denunciante: Perugini (entró por Quinteros: gran acierto del DT) metió un pase de 25 metros y Canío la puso en un ángulo. Una jugada así tuvo Independiente nueve minutos después, pero Gutiérrez desactivó el zurdazo de Mancuello. Hablábamos de paciencia: el 3-0, con 13 pases previos al sombrero de Canío, sentencia que en el fútbol hay que tocar, moverse, esperar, entender que la serenidad de uno es la desesperación del rival. La desesperación de Independiente, ayer otra vez, que aún tiene menos definición que la inauguración de su estadio. Y ni digamos, mejor, que se viene Racing.


SAN LORENZO 1 GODOY CRUZ 2

LA VIDA ES UNA TOMBA
Cuando menos te lo esperás... Godoy Cruz hasta bailó al San Lorenzo sensación, le sacó puntos por primera vez e inesperadamente expuso su lado B. Y sin suerte.
La vida es una tómbola. O una Tomba, en realidad. Al menos así le quedo claro ayer a San Lorenzo. El San Lorenzo sensación, el equipo de moda, el único que mueve el mercado de pases pese a la crisis financiera mundial, al que todo el mundillo del balompié lo cataloga como el dueño del mejor plantel, pues, al que la rotación por Copa (al menos desde el vamos) lo tiene sin cuidado... Porque si no juega Solari entra el Papu Gómez, porque si descansa Adrián González reaparece Méndez, porque si Bergessio está suspendido juega el pibe Chávez, porque si no funcan Ledesma o Torres salta al campo Santana, y así. Todo, para colmo de buenas, bajo un contexto ganador, triunfo ante Tigre en el debut casero, goleada a San Luis por la Libertadores, y un rival enfrente con el que nunca en la historia se había perdido siquiera un puntito en cinco enfrentamientos... ¡Y jugando en el Nuevo Gasómetro! Y es una tarde de sol, no te la vas a perder, claro, pero... Pero, se decía líneas más arriba, la vida es una Tomba. Y más si te topás con una tromba. Y cuando menos te lo imaginás/esperás, zas, ahí nomás retumba la advertencia de Jonathan Santana a Olé en la previa, esa que sonaba bien seria: "Ojo, en el fútbol argentino te gana cualquiera". Clarito lo dejó ayer Godoy Cruz, que siempre superó al Ciclón (brisa, en este caso) y, de a ratos, incluso lo bailó. Hasta dejarlo sin nada, boqueando, perdido en la cancha, en su impotencia, en ese lado B tan expuesto, dejando una imagen pobretona que se encargó de acrecentar el contraste observado desde el minuto uno en el Bajo Flores. Los únicos que zafaron en San Lorenzo fueron Orión, bien en varios mano a mano, y Méndez, patrón en la adversidad, aunque, claro, no se puede depender de un central. No al menos el plagado de figuras equipo de Russo. Ni siquiera de un zaguero como Aguirre y su flor de macana: inaceptable doble falta innecesaria en sólo un par de minutos para dejar con diez a Boedo y exponer más aún la supremacía de los mendocinos (con la ayudita del entrenador local, también, que pifió el cambio, al sacar al mejor de sus hombres). Mendocinos que, para colmo, no la tuvieron nada fácil. Porque debieron lidiar con un blooper interno desde el vestuario: siesta a la altura del área chica tras un bochazo impreciso, Barrientos que la pellizca ante la salida de Carranza, quien desvía, pero Vallés termina de despejar embocando la pelota en la cara del arquero, y de ahí a la red. Un 0-1 mañanero y fatal que, sin embargo, nunca intimidó, más bien fortaleció. San Lorenzo, en cambio, no aprovechó el canapé, se relajó más de lo relajado que iba a mostrarse de todas maneras, pero Godoy Cruz no sólo se repuso sino que demostró a lo largo del encuentro que la única manera potable de que su rival lo embocara iba a ser, justamente, de esa manera, desde un furcio propio, protagonizado por el mismo arquero que en el último minuto se rió del empate propuesto por Alejandro Gómez. Guiño de la justicia, más allá de la buena fortuna. Porque los players de Russo, a contramano de lo mostrado hasta aquí en la temporada, hicieron glup en el mar de fútbol que convidaron Encina, Figueroa, Caruso, Borghello y compañía. El fútbol que ayer todos esperaban ver nacer de camisetas más bien azulgranas. Pero la vida, quedó demostrado, es una verdadera Tomba...


GIMNASIA LP 3 LANUS 2

LE SOBRÓ GIMNASIA
El Lobo fue pura actitud para frenar a Lanús y le ganó corriendo. Lo ayudó la suerte, los fallos arbitrales y el calor que derritió a un rival que jugó la Copa.
Una bomba anímica. Eso es lo primero que logró Gimnasia con el triunfo. Que encima, como en las apuestas del hipódromo, valía más al ser combinada con otros resultados: caídas de Central y Racing. Lástima que no fue completo y volvió al descenso directo por culpa del inesperado triunfo de Godoy Cruz. Al Lobo le sobró sudor y le faltó brillo, es cierto. Si hasta algunos de sus jugadores reconocieron que algo de suerte hubo. Pero lo que el hincha tripero puede dar por seguro es que después de la flojera de la primera fecha en Rosario, sus jugadores apretaron los dientes durante los 90 minutos.
Vaya si le costó encontrar el partido a Gimnasia. No habían pasado dos minutos cuando Pepe Sand mandó a guardar la jugada inicial de Lanús ante la primera falla de unas cuantas que tuvo el fondo tripero. Sin embargo, con garra se fue para adelante y enseguida empató en una jugada especial: Rinaudo encontró un rebote fuera del área y pateó bajo. Bossio, algo tapado, pensó que la bola iba afuera, pero no contaba con un ligero desvío de Sosa (en offside) que cambió la trayectoria. Así y todo, con el 1-1 sobrevino el peor momento para el equipo de Madelón. Enchufados, Ramírez y Blanco eran el arma preferida del Granate para atacar con la fórmula de volcar el juego por un costado y meter un golpe de timón. Sand no pudo con el segundo y a Cano le pararon el ataque cuando estaba listo para convertir en un offside inexistente. El equipo de Zubeldía sacaba su chapa y se mostraba más práctico y veloz.
En cambio, el Lobo tenía problemas para llevar la pelota. Impreciso Piatti, desdoblado y desbordado Romero, intermitente Messera, sólo quedaba el conmovedor esfuerzo de Sosa para tratar de aguantar en inferioridad numérica. Para llegar, necesitaba un error o un gran acierto. Y las dos cosas se combinaron a los 28, cuando Nico Ramírez no pudo parar una pelota en la mitad de la cancha y Chirola Romero se escapó por primera vez. La ejecución perfecta se clavó contra el palo y el Lobo estaba arriba en el resultado. En Lanús se miraban incrédulos, les tocaba el turno de remar. Encontraron otra falla defensiva y Viera puso el 2-2. El final del frenético primer tiempo le dio una buena noticia a Madelón. El chubasco mayor había pasado y sus muchachos estaban en el partido.
La tórrida tarde ayudó a derretir a Lanús. Si bien Zubeldía apeló a la rotación de algunos futbolistas, el desgaste hecho para remontar a Chivas (de tarde) jugó un papel de valor. Pero no fue lo único. Gimnasia se acomodó algo mejor atrás, donde no sobraron sutilezas para rechazar, pero se corrigieron algunas goteras. La entrada de Cuevas le dio frescura. El petiso se paró a la espalda de Ramírez y Ledesma ya no tuvo callejón para viajar. Madelón dibujó un 4-4-2 más definido y a la visita se le cortó el chorro. Entonces el partido fue parejo y bastante más aburrido que en la etapa inicial. Pero a esta altura de la temporada, el Lobo no está para el ballet sino para los negocios. Y en una pelota parada el anticipo de Maldonado le dio un triunfo que en junio puede valer oro.


CENTRAL 1 RIVER 2

EL MÁS GORDO, LEJOS
Fabbiani alimenta el mito: en 33' se comió la cancha, sacó a sus rivales y River ganó con un bombazo suyo. El Ogro fue el héroe de un día de película en Rosario.
Está tocado. Por alguna varita mágica, por el destino, por la balanza, por la pasión de vestir la camiseta que ama, por todo junto o por quién sabe qué. Pero el tipo, a los 25 años, se plantó y amagó con largar todo si no le cumplían el deseo de jugar con la Banda cruzándole el pecho. Idolo sin siquiera haber pisado el Monumental, un poco más endiosado cada vez que entra a la cancha. Y River, cuyo slogan de "el más grande, lejos" terminó enchastrado después del histórico último puesto en el Apertura, ahora sonríe, y sueña, y se contagia de una catarata de energía positiva que viene en envase extra large.
Y para agregarle más color a su biografía, Cristian Fabbiani convierte su primer gol justamente frente a Central. Y en Rosario. En un contexto especial. Con algunos hinchas locales silbándolo y otros, la mayoría, aplaudiéndolo irónicamente. Con todos dedicándole gestos de qué-gordo-que-estás. En definitiva, no hacen más que engordar la actuación del delantero. Porque es Fabbiani el que cambia el partido. Es Fabbiani el que lo gana. Es Fabbiani el que lee ese trapo colgado en la popular de Central que le dice "vos no estás gordo: Newell's es chico". Y es Fabbiani, 102 kilos según la balanza del club, el que festeja su gol "rascándose la lepra" y se lo dedica "a los hinchas de Newell's y de River".
Todo ese torbellino que se anunciaba con su contratación se empezó a cristalizar con una rapidez inversamente proporcional al tiempo que demoró su llegada a Núñez, entre charlas, ofertas, contraofertas y plantones a Newell's, a Vélez. Ya había resultado determinante el jueves, en el debut en la Copa Libertadores frente a Nacional de Paraguay, al bajar la pelota (si no fue mano, ¿la habrá dormido con la manota de Shrek?). Y ayer por la tarde se hizo notar de arranque nomás, más allá de la mímica que le devolvía a la platea, como explicando que no llegaba a escuchar el coro de insultos. De hecho, ingresó a los 12 minutos del segundo tiempo y ni siquiera había tocado la pelota cuando empezó a sacar del partido (y de quicio) a sus rivales: se paró frente a Broun y no dejó que iniciara rápido un contraataque, lo que originó un "dale, boludo" del arquero de Central. El Ogro pisó la pelota un par de veces y metió un gol made in esos nueve de potrero, grandotes, que le pegan al arco desde cualquier lado: dos pasos de carrera y bombazo que Broun, mal parado y algo tapado, no llegó a detener sobre su palo derecho. Luego se le plantó a Jesús Méndez cuando el volante de Central le fue a protestar un fallo a Baldassi. Escobar le entró muy fuerte justo enfrente del banco de suplentes de River y se armó un revoltijo que tuvo un claro ganador. Fabbiani, claro...
Referente para los hinchas, para sus compañeros que lo elogian a cada rato, para el cuerpo técnico, para los dirigentes, para los rivales. Abelairas se le trepa a caballito tras el pitazo final, el que sentencia el primer triunfo de River en el campeonato. Galmarini abraza a su compañero de habitación en la concentración, Cabral lo busca para festejar y todos lo encuentran sonriente, gordo de felicidad. A esta altura, queda en anécdota que la AFA no le haya permitido utilizar el 99 en su camiseta. Es el 9 de River. Y vale doble.


ARSENAL 2 TIGRE 0

EL APROVECHADOR
Arsenal no venía haciendo méritos para ganar pero tiene a Leguizamón, quien en dos jugadas resolvió el partido a su favor y dejó bajoneado a Tigre: 0 de 6 puntos.
Cuando a los siete minutos Lazzaro tuvo en sus pies el gol de Tigre y lo desperdició increíblemente, algo empezó a cambiar. Resultó todo un presagio de lo que sería el partido. Es imposible saber qué habría pasado si el equipo de Cagna encontraba la ventaja en ese momento, pero sí es posible imaginar que muchas cosas se le hubiesen simplificado. Por lo pronto, cuando Pellerano metió ese muy buen pase profundo a Leguizamón, quien definió por encima de Islas con una sutileza, ese gol, en vez del 1-0, bien pudo haber sido el 1-1. Y en vez de desplomarse como lo hizo con una derrota parcial que sintió no merecer, quizá se hubiese mantenido un poco más entero y en pie. Pero Tigre, que hacía mejor las cosas y arrimaba mejor, se desfiguró con la desventaja y dejó que Arsenal -apenas había tenido como chance un imperfecto cabezazo de Matos, quien no conectó bien la pelota- se adueñara de todo.
Y, encima, además de la contundencia mostrada, el cuadro de Garnero fue sumamente oportunista, porque si ya Tigre estaba golpeado con el 0-1, cualquier intento de repunte en el entretiempo, de reencuentro con el ánimo perdido, se hizo humo con el golazo de tiro libre que metió Luciano Leguizamón. Ahí el equipo de Victoria es como que tiró la toalla, guardó los libros de la pulcritud y se fue para adelante tanteando, sin ver demasiado bien. Lógico, con ese (poco) criterio, era muy difícil esperar una reacción acorde a las necesidades del partido. Y Arsenal, que finalmente ganó bien, pudo haber destacado algún que otro gol más.
Pero, en cierto modo, fue en su cuota justa. Porque este equipo tiene pinta de lo que fue, justamente, en este partido. Viveza para aprovechar cualquier defecto del otro, oportunismo, sin que le sobre nada, sin sobrar a nadie, pero con una funcionalidad interesante. Con buenos movimientos desde el medio y, al menos en estas dos fechas, encontrando las figuras en los dos extremos: Campestrini por un lado (gran nivel al igual que la semana pasada) y Leguizamón del otro, quien ayer sumó su tercer gol en el torneo, de los cuatro goles que tiene su equipo.
Tigre todavía no logra la sintonía ideal para parecerse al del año pasado. Llega, avanza, parece que va a reventar a pelotazos al rival, pero la pelota no entra como quizá si pasaba en otros momentos (con el agregado de infortunio, en este caso, de que la pelota sí se mete en el arco propio). Y este Arsenal modelo 09 se muestra como el opuesto: cuando tiene una chance, no parece dispuesto a perdonar.


BANFIELD 1 ESTUDIANTES 0

TE DIBUJO UNA ILUSIÓN
Con tres en el fondo y Bertolo y Erviti de doble enganche, un Banfield remixado jugó bárbaro pero falló en la red. Tiene magia, pero lo salvaron Nasuti y Lucchetti.
Las películas nos han enseñado, plagiándose densamente entre sí, el repetido destino de un extorsionador: la muerte. Apenas iluminado en un cuarto oscuro, el extorsionador le pega a su víctima, se le ríe al verla atada, la tajea con un cuchillo que jamás será mortal. En algunos casos, encima, hasta le cuenta su plan. El extorsionador se siente un dios, un rey, como Banfield ayer, pero el balazo no llega nunca. Sangrientos amagos, sufrimiento, pero la víctima, al fin, sigue viva. Y aunque Estudiantes no haya podido escaparse en el Sur, Banfield lo dejó respirando de más, gozando, enamorado, de su poder. Nuestros aplausos para el remixado equipo de Burruchaga, hermoso el juego que nos dio, pero que alguien anote: demasiada misericordia, demasiado perdón.
Banfield fue otro y fue, a la vez, el mismo del 08: con un esquema nuevo (tres atrás, tres en el medio y Bertolo y Erviti, libres, de doble enganche), volvió a sufrir ante la red. En el ganador no hubo un orden conocido, fácil de ver. Erviti arrancó por la derecha, tocando corto, de primera, a Bertolo o a Pio, a quienes siempre tenía ahí (Iberbia y Díaz nunca entendieron cómo había tantos rivales en su sector), y al minuto ya estaba en la izquierda. Bustos achicaba bien, Bustamante y Pio se cerraban para ayudarlo, Bertolo y Erviti volvían con velocidad, y cuando la pelota salía rápida Alayes y Desábato tenían que alejarse demasiado por un Fernández insoportable, inquieto, letal. Irreconocible Estudiantes, para colmo, sólo buscando con centros, sufriendo el toque, la presión. El gol, injustamente único gol, nació de un robo de Bertolo a Matías Sánchez, la pared con el uruguayo y su derechazo cruzado, goleador.
Hace casi un torneo, por la tercera fecha, Banfield le ganaba 2-1 al River campeón de Simeone jugando como lo hizo ayer. Entonces tentaba escribir que tenía gruesos puños para pelear, lo mismo que hoy, pero el torneo siguió y Banfield fue lo que fue: una lágrima. Ahora parece, al menos, que a la defensa se la verá más segura, más blindada, y que acaso Silva (erró un mano a mano y fue demasiado generoso en otros dos) ya no aplauda y que prometa, en serio, que los goles van a venir. Que no siempre debe buscarse el grito inmortal. Que no siempre Lucchetti tendrá la doble atajada del final. Que Banfield alguna vez tendrá que disparar, a sangre fría, sin preguntar.


VELEZ 1 ARGENTINOS 1

LA PISTOLA DESNUDA
Nanni, el ingresado Pistolero, le dio el 1-1 a Vélez recién en el minuto 94. El Fortín es candidato de refuerzos fuertes y pólvora mojada. El Bicho le corrió el maquillaje.
Fácil caer en la figura del Pistolero, en la tanguera metáfora del tiro del final, en los lugares comunes que pintan un gol en la hora y con implicancias para el resultado. Más fácil resulta todavía cuando quien quema los papeles es el gigante (y cargoseado) Roberto Antonio Nanni y el merecido 1-1 de Vélez cae en el minuto 94. Hasta ahí Argentinos aguantó el triunfo. Con un Ortigoza todoterreno que fue volante central, enganche y goleador (de penal) en un Bichito versión Claudio Vivas que sigue llenando sus calzones de clorofila de tanto rasparse contra el pasto. En su espíritu de Ascenso (y en ascenso) parece basarse el post Carusismo (con muy leves toquecitos de Gorosito). Pero ya no alcanza. Ese 3-5-2 archiflexible que planta la vieja mano derecha de Bielsa sólo basta para recuperar la bola y eclipsar a las onerosas estrellas del rival. Recién se suelta cuando Peñalba se libera, Hauche pica al vacío, y Montoya comete el infantilismo de tocar abajo al rapidito en una de esas jugadas donde el arquero tiene todas las de perder. Por eso, caía Vélez a los 33'. Y por su flaca ofensiva. Sin pólvora. A puro centro (una decena) para López.
Primero Gareca sacrificó a Ocampo. El doble enlace con Maxi Moralez no funciona. Encima el Enano se emperró en jugársela en el uno contra uno contra medio Paternal. Argentinos jugaba al límite y Brazenas era algo permisivo (les cobró 12 foules). Entró Cristaldo, recién llegado del fracaso venezolano, con una lección aprendida: botines no carnavaleros y cambiar firulete por peligro. Así Torrico, de a poco, comenzaba a ser figura. Como Sebastián Domínguez, quien abortaba contragolpes ajenos y se mandaba al ataque. Al Fortín le faltaba un tipo con personalidad entre tanto piberío. Y un poco de puntería en el último arresto. Por algo llevaba 450 minutos sin meterla hasta el tiro libre de Papa (en su única intervención destacable después de enfrentar a Ribery) y el testazo que hizo feliz al Tigre. Tanto como la presentación de Larrivey, quien ya se relamía en un palco como el millar de hinchas de Argentinos que pensaba embanderar Juan B. Justo a la salida. Sí, juegan bien (no tan lindo) pero sólo suman un punto. ¿Vélez? Ni una cosa ni la otra, aunque exhibe un plantel que da para más que dos pobres empates. Ayer lo salvó un Pistolero. Pero esa pistola, lejos de la comedia, también desnuda otras realidades. Así como hay un dedo que apunta, hay otros tres que te pueden disparar. Nanni dio en el blanco pero el buen candidato acumula cinco partidos sin triunfos. El Bicho combativo también. ¿Entonces? ¿Así quién gana?


BOCA 0 NEWELL`S 2

¡QUÉ REGRESO!
En la tarde de la vuelta de Salcedo, NOB puso garra y fútbol, y le dio una lección al último campeón. ¿Palermo? ¿El Pato? ¿Bianchi? Perdón, ¿quiénes?
Cuando entró Palermo me peiné para salir en la película, je. Dije 'algo va a hacer éste'".
Sebastián Peratta estaba listo para ser la víctima del film, aceptaba su destino de figura secundaria porque los reflectores apuntaban para la cabeza rubia del galán de la tarde. Lo cierto es que, en una superproducción, no siempre la estrella es la que se lleva el Oscar. Nombres importantes había muchos. Pero los actores de reparto se lucieron más. En la tarde en la que regresó Martín Palermo y recibió una estruendosa ovación, en la que Roberto Abbondanzieri pisó de nuevo su arco, la misma en la que Carlos Bianchi volvía a la Bombonera no ya como un mero espectador, la tarde en la que el campeón pisó de nuevo su casa... En esa misma tarde, el retornado que más festejó fue Santiago Salcedo, figura de uno de los culebrones del verano. El paraguayo finalmente volvió a Newell's en medio de la operación Fabbiani. Y él y sus compañeros, los extras en esta reaparición con olor a Boca, se robaron el espectáculo. Peinate, Peratta, que en ésta salís...
"En la jugada del gol, de reojo vi que estaban llamando a Sasa en el banco de suplentes, je. Pero vino la jugada muy rápido, quedó ahí, pude definirla y me bancó unos minutitos más. Yo le tiré la diagonal, Formica hizo una jugada brillante, me dejó mano a mano, casi me la saca el defensor, alcancé a puntearla sobre el final y por suerte entró. Fue el primer gol, un gran desahogo que me dejó muy contento". Leandro Armani dixit.
"Te digo la verdad, vi que rebotó la pelota después de que la tuvo Sasa, le pegué y terminó adentro. Y no vi bien al gol. Cuando lo haga y analice bien, me pondré más contento. Fue una alegría enorme, convertir mi primer gol en Primera, y encima en esta cancha y al Pato, me puso muy contento". Mauricio Sperdutti dixit.
Justo ayer se les ocurrió a estos pibes hacer lío. Faltarle el respeto a Boca, al Pato, a Palermo, a Palacio, a Bianchi y al campeón. Maleducado también Formica, que metió lujos como aquéllos que merecieron una buena murra en su primera práctica con el plantel profesional cuando se le ocurrió tirarle un caño (justo) a Schiavi, según contó el mismo Flaco. Claro, aprendió a no hacerlo en casa pero sí afuera. Y se le ocurrió nada menos que en la Bombonera. "Ganamos bien, en una cancha muy difícil, jugando bien, así que estamos muy contentos", confesó el atrevido que ni 21 años tiene.
"Ahora no nos tenemos que achicar en ninguna cancha, tenemos que ser los mismos en todos lados". Al irrespetuoso de Bernardello, que no llega tampoco a los 23, se le ocurrió ser la figura. Claro, después de ganar en la Bombonera y de opacar una tarde azul y oro, cualquier otro rival les va a quedar chico...


COLON 1 GIMNASIA(J) 0

DALEY DE AFUERA
Otra vez Colón salvó la ropa con un remate de larga distancia. Esta vez fue Oyola, de tiro libre tras una falta al colombiano Daley Mena, que entró y ya enamoró.
Por ahora, no te pone un jugador cara a cara con el arquero rival ni de casualidad. El fútbol asociado, el peligro de gol en los últimos metros, sigue siendo una materia pendiente para este Colón versión 2009. Pero a falta de ello, el Sabalero encontró la fórmula para llegar igual al gol: pegarle desde afuera. Si son más de 25 metros, mejor. Más chance de embocarle a la red. Lo sufrió River la semana pasada y esta vez, cuando el equipo del Turco estaba perdido y eso que no había neblina, Loeschbor pifió en un rechazo, tuvo que hacerle foul al colombiano Mena y Matías Oyola gritó "dejámelo a mí". Lunati pintó el césped con aerosol y el volante pintó la noche con un golazo al palo más lejano de Pezzutti. Sí, igualito al que en ese mismo arco y desde idéntica posición le había convertido en el Clausura 2006... ¡a Colón jugando para el Lobo jujeño! Memoria emotiva, que le dicen.
Hasta ese instante, poco había pasado. Y si bien el empate era el resultado más lógico, el que ganaba en las tarjetas era el equipo de Labruna que discutió la posesión del balón en el medio, controló el carril izquierdo gracias a que Ricky Gómez le ganó a Chitzoff la lucha y aún sin profundidad, movió la bocha con bastante criterio. Ante eso, Colón era tibiecito. Con Acosta intermitente, Valdemarín desaparecido en acción y los volantes trabajando bien en contención pero sin aportes ofensivos, todo se reducía a las carreras de Castillo, de mucha voluntad pero más abandonado que soltero empedernido en San Valentín. De hecho, la única clara del local fue un tiro cuándo no desde afuera, del propio Castillo, mientras que el Lobo tuvo dos: un cabezazo de Desvaux y una avivada de Ferradas que le robó una bola a Oyola y su remate salió apenas desviado.
El segundo tiempo acentuó las propuestas. Gimnasia parecía que si se animaba cortaba su sequía de visitante (23 sin ganar) y se llevaba los tres puntos de Santa Fe. Pero el Turco tenía una carta y la jugó. Miró al banco, entre tanta camisetas rojo y negra sobresalía la número 16 y mandó al colombiano Daley Mena a la cancha. Iban 12 y en la primera que tocó, el morocho se sacó dos rivales de encima a puro vértigo. Y ese vértigo contagió a la gente, que empezó a alentar, y al equipo, que empezó a empujar. Cuatro minutos después, a Loeschbor no le quedó otra que parar con falta a Mena, que se iba derechito a ajusticiar a Pezzutti. La próxima, si es contra Colón, dejalo avanzar. Porque un tiro a distancia es medio gol Sabalero. Y el otro medio, lo dibujó Oyola. Quedaba media hora pero al Lobo ya se le había acabado la nafta y salvo por un par de remates desde afuera donde Pozo respondió con suficiencia, Colón no sufrió sobresaltos. Hasta lo podría haber liquidado en dos corridas de Mena que terminaron en el área chica. Error. Si pateaba 20 metros antes, seguro era gol.


RACING 1 HURACAN 4

INFLADOS
Huracán jugó 20 minutos excepcionales y redondeó un partido para la historia, en el que pulverizó a un Racing que otra vez arrancó ganando y terminó goleado.
Concepto. Una palabra, una definición, un -valga la redundancia- concepto. Ahí radicó la diferencia fundamental entre este Huracán lujoso y este Racing penoso. Un Huracán de sangre caliente para recuperar la pelota achicándole los espacios al rival y mucha cabeza fría para no torcer el rumbo prefijado ni aun sorprendido a los diez minutos del encuentro con el 0-1; un Racing tibio de cuerpo y mente, incapaz de todo salvo de mandarse macanas tras macanas y ver cómo se le escurrió de las manos (bah, en realidad fue un torrente que le venció los dedos) un partido que inesperadamente empezó ganando.
"Seguí bailando, Racing seguí bailando, seguí bailando que te vas a enloquecer...", cantaban los del Globo, agrandados como desde hacía rato no se los veía, codeándose con quien tenían al lado para recordar cuándo fue la última vez que habían podido entonar de buena gana ese cantito. Desde ayer, tiene fecha: 13 de febrero del 2009, día en que Huracán ganó, gustó y goleó, reencontrándose con su mejor historia y sus mejores sueños.
Pero de concepto se trataba esto y el equipo de Cappa supo siempre a qué quería jugar. Y se encargó de refrendarlo en cada acción, incluso desde el error y la imprecisión, que abundó en los primeros minutos. Araujo, Leandro Díaz y Toranzo no sacaban la pelota con prolijidad, Bolatti quedaba muy solo en la defensa del ancho del mediocampo y Pastore todavía estaba moviendo el dial buscando una sintonía sin interferencias. Pero todos, al menos, lo intentaban: no revoleaban la pelota, trataban de darle un destino causal y no casual, entendían que en el "ancho para ser profundo", por citar una máxima del menottismo ilustrado que Cappa promueve, podía estar el secreto del éxito. En esa exigente idea Huracán se paró y no se movió ni un milímetro, por eso mereció su recompensa que llegó mucho más rápido que lo esperado, porque al cuarto de hora del partido había empatado con un golazo de Matías De Federico, tras una jugada exquisita con varios toques y "oles". Y en los 20 minutos siguientes llenó su cofre de oro, porque el equipo fue una verdadera máquina de fútbol de altísimo vuelo y contundencia que atomizó a Racing hasta reducirlo a la mínima expresión, por exagerar un poco.
¡Qué será de ti, Academia! Con esta realidad cuesta hasta la esperanza, aunque sea lo último que se pierde. Por lo pronto, por ahora Racing pierde partidos, los dos de este Clausura y ya tiene archivados siete goles en su arco. Pero lo que es peor: no hay un atisbo de reacción. ¿Por qué? Pueden ponerse en la coctelera montones de cuestiones, como el pésimo rendimiento individual, pero la falta de concepto asoma a la cabeza. Y la sensación de que Racing no juega a nada contrasta violentamente con Lanús hace una semana y ahora con Huracán. Y seguirá contrastando en la medida que el equipo sostenga esta hibridez sustentada en escasas ideas para jugar; en una alarmante pobreza anímica y en la ausencia de audacia desde el banco. Y si encima tiene enfrente a un Huracán de fútbol, es difícil no quedar despeinado y en ridículo.


GIMNASIA(J) 1 BOCA 2

VALE 3 PALOS
¿Cuánto pesarán al final estos puntos? Ayer Ortega jugó para Boca, que zafó con tres tiros en los postes y mostró su chapa para sacar un pleno en Jujuy.
La chapa parecía haberse quedado en Buenos Aires. La suerte, en cambio, esa fortuna del último campeón, se la trajo toda a Jujuy. Pero toda. Si no fuera porque el plantel viajó a Salta, era una noche para ir al casino y apostar unas fichas. Y seguro se llevaba algo. Como en el 23 de Agosto. Porque Gimnasia pegó tres tiros en los palos, porque Pablo Calandria despejó la que tenía que meter, porque Abbondanzieri dio varios rebotes y en el único que dio Pezzuti, Boca se puso 1-0... No hay manera de explicar por qué este Lobo urgido, que salió a comerse a un timorato rival, que jugó mejor hasta que le convirtieron y que fue más a pesar de los nombres y economías de uno y otro, no ganó en ésta cancha en la que el torneo pasado sólo cayó dos veces. La única razón que esta vez justifica la derrota es, justamente, la suerte del campeón.
Omar Labruna lo planteó con inteligencia. Entre Mateo y Montenegro se dividieron la marca de Román (y de a ratos lograron anularlo), Ricky Gómez y Busse manejaban el medio detrás de Forlin y Ferradas complicaba por los laterales. Le faltó, entonces, que la última de Calandria entrara antes, en alguna de las tantas que tuvo. Tuvo todas en contra el pibe de Ituzaingó: desaprovechó los rebotes que le dejó un Abbondanzieri errático y lo hizo lucirse para sacar con una mano un disparo suyo que se desvió en Forlin. Y hasta despejó, literalmente, el buscapié de Gómez con destino de red.
Boca fue un equipo bipolar. De a ratos fue el campeón, mostró los lujos y chiches del equipo que, aun sin regalar nada, fue campeón en el 08 y regalando fútbol en el verano. Pero durante muchos minutos fue un equipo de barrio, con todos sus muchachos intentando meterse por el medio de una firme defensa de tres, obsesionados con el juego individual, pateando al arco desde los lugares menos apetecibles y con compañeros mejor ubicados para hacerlo. Desconocido, sin juego, parecía extrañar a Battaglia y por qué no las subidas de Dátolo por la izquierda. Si hasta el Pato se contagió de esa especie de doble personalidad del campeón: alternó errores de novato con tres atajadas fenomenales que ayudaron a entender por qué Boca se llevó los tres puntos habiendo sido menos.
Así, Boca terminó de darse cuenta de que no había forma de perder este partido. Si con todos los permisos que se dio y que le dio a Gimnasia, aún no perdía, sólo faltaba embocar un pleno. Y fue otro tiro de Gaitán (después de un pase de Riquelme) desde media distancia el que aprovechó Noir (bien en el pique para anticipar a Pezzuti) para que el equipo de Ischia hiciera saltar la banca. Así, con la suerte ya echada, sí apareció la chapa del campeón, guardada en algún baúl para este viaje a Jujuy: salió el taco-toque de Román (uno de sus marcadores ya no estaba en cancha y el 10 participó en los dos goles) y la definición de Viatri. Entonces, quedó justificada la victoria. Y también una pasadita por el casino, claro...


VELEZ 0 INDEPENDIENTE 0

-9
Bajo el solcito, Independiente y Vélez se deshidrataron buscando un gol. Les faltó pisar el área: ¡Pavoooone!, ¡Larriveeeey!
Cuenta la leyenda que, de los laberintos, sólo se puede salir por arriba. Pues bien, en el laberinto de espejos de Independiente y de Vélez, lo que estuvo arriba -en verdad- fue el principio del problema. Y entonces, como en los viejos parques de diversiones, las figuras que allí se reflejaban atentaban contra la realidad visual. El gordo es flaco y el lindo es feo. Aunque, en el Ducó, en Parque Patricios, el 0-0 fue 0-0. Y sin espejismos. Porque adelante, porque arriba justamente, no estaba la solución. Los delanteros de área, especie en extinción, parece que no se consiguen por estos pagos. Bah, aparecer, aparecen. Sólo que ahora hay que repatriarlos. Y pagarlos como nuevos. Todos son geniales a 12.000 kilómetros de distancia. Así, Mariano Pavone, suplente en un Betis que pelea el descenso, es asemejado a Jesús salvador con esa barbita registrada. Y Joaquín Larrivey, postergadísimo en Cagliari, ya es Van Basten en la Euro 88. Claro, hace 20 años, el Rojo y el Fortín no admitían espejitos de colores... La salida, convengamos, ahora y siempre, seguirá estando en el área. ¿Y por casa cómo andamos? -9...
Resultó un partido explicable a base de ejemplos. Poco cambió la cosa con respecto al Apertura. Las carencias se mantienen atornilladas a la tabla. ¿Por dónde empezar? El primer tiro al arco de Independiente fue un testazo frontal de Fredes que terminó a cinco metros del travesaño. Y eso no fue lo peor. Sucedió recién a los 41'... El propio Fredes, extrañamente, terminó la tarde en el área chica resolviendo los esporádicos avances a puro rebote. Sí, anarquía. O falta de rumbo. Núñez, el bomber, se mostraba a 30 metros de Montoya, a mera bomba; Montenegro, oscilando entre ser capitán, técnico en cancha y enlace-punta; Sosa, jugando de Sosa; y Gandín sentado en el banco tras una hora sin GPS. Higuaín, para cerrar con la carta ofensiva (con franqueo a pagar) fue el botón de la muestra. En un mismo metro cuadrado fue enganche, cuarto volante y extremo izquierdo. En esa coyuntura, el más ofensivo fue Tuzzio. Sólido en los cruces, dándole de punta y para arriba, y levantando los únicos y tibios aplausos (a pesar del penalazo a Moralez) de la colmada popular. Vélez, que encima no se desordenó en el fondo, y algo más picante a fuerza de dólares, sólo aparentó ser equipo de pretemporada. El multicampeón económico, con la onerosa presentación de Seba Domínguez y Maxi, buscó el arco. Y mucho. Así, otra vez arroz, Assmann sacó cuatro goles hechos. El doble enlace (Moralez-Ocampo) funcionó pero desde el hágalo usted mismo. Y el charrúa López, goleador de amistosos, cuando se decidió a salir del offside, tuvo la más clarita aunque su penal reventó el palo (como un posterior tiro libre de Ponce que dio en el ángulo, otra pelota parada). La entrada de Nanni para romper el cero resultó una vuelta al pasado. Y que el Rojo primero raspe y después juegue fue otra regresión. Pero el punto suma. Para la manguera de Santoro. Para la imagen de Gareca. Saben que lo mejor puede estar por venir. Hoy continúan en -9. Y encerrados en su zigzagueante laberinto de necesidades.