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Mostrando entradas con la etiqueta Independiente. Mostrar todas las entradas
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INDEPENDIENTE 4 NEWELL`S 1

AL PEPE...
Santoro se fue del Rojo sabiendo que el 4-1 nada reparaba. Se mostró en paz, aunque previo al partido le puso los puntos al plantel. Y el hincha ovacionó al ídolo.
Si fuera, en serio, el equipo de Pepé -tal como sentenció buena parte del Ducó-, lo de Santoro hubiese durado un poco más. Hasta junio al menos. Pero no. Ni siquiera, a pesar del 4-1. De los oles con telaraña. De las súplicas de la popu. A esa altura de la noche, en Patricios, el adiós del abuelo estaba consumado. Porque no era cuestión de resultados. "Sé que, con otro técnico, les va a ir mejor. Pero también sé que no me quieren", les habría dicho el, ahora, ex DT en el vestuario rato antes de arrancar la goleada a Newell's. Por eso, Comparada, testigo de lujo de la arenga-puesta de puntos, se fue a las 18.40 del Palacio. Ya no tenía nada por hacer. Chau convencimiento. El bronce estaba fundido...
Las famosas tres patas rengueaban fiero. Y encima olía a podrido. No había unión. Ni siquiera en la mismísima extrema unción. La exclusión express de la Vieja Reinoso y el profe Escribano terminó por romper el vínculo con un plantel algo quejoso y de autocrítica, muchas veces, de cassette. Verlo a Assmann yendo al encuentro de su mentor resultó un acto de justicia y una excepción a la vez. Besito ocasional de Sosa, abrazo al pasar de Gioda al ser reemplazados. Escasas muestras de afecto para un señor de 67 años que se despedía de sus servicios de Bombero Voluntario. Apenas si levantó su mano para agradecer el "Santooooro" colectivo. Después, clavó su gesto y sus codos contra los carteles publicitarios. Hasta ahí había llegado su amor. No su amor por Independiente, claro. Por eso la despedida en una fecha 7, aun cuando dejaba al Rojo a cinco puntos de la cima. Aunque eso, ya se dijo, no era la punta del iceberg. Y todos debían despegarse... Cada cual a su modo. El técnico, dando las hurras y diciendo que "con un cambio de aire les va a ir mejor". El plantel, con un score impensado aunque acorde con la irregularidad reinante. Nadie quería quedar pegado. Si ni siquiera estaba el mandamás... La mancha parecía invisible pero el aroma delataba semejante tufillo...
"Olelé, olalá, Santoro es del Rojo y del Rojo no se va...", lo despedía la tribuna sabiendo que, en 15 días, ante Lanús, habría otro mártir de la casa poniendo la cabeza. Pepé se iba por la puerta grande, entornada intencionalmente sobre la hora. Se iba un ídolo. Se recuperaba a un grande que volverá a formar arquerazos y que ya tiene las puertas abiertas de la Selección. Como hace seis meses... En rueda de prensa, chivado y agotado, negó con un "es mentira" el affaire del vestuario y su paciencia duró casi nada. "Me llevo un recuerdo que no tiene precio. ¿Por qué no cambié mi decisión? Uno quiere pelear batallas y cuando no son leales... Estoy saturado, fatigado. Hablar siempre de renuncias... Hubo un sin fin de mentiras. Esto fue lo mejor. Y fue la última vez", juró. El bronce estaba fundido... Y quebrado...

* LAS IMAGENES

GIMNASIA(J) 4 INDEPENDIENTE 1

CELESTE Y BLANCA
Independiente volvió a perder la memoria: de ganarle a Boca pasó a ser golpeado por un Lobo jujeño implacable. Aunque sigue en zona de descenso directo. Los de Avellaneda suman cuatro derrotas consecutivas como visitantes.
Independiente, por su historia, siempre está obligado a pelear el título. Gimnasia de Jujuy, en cambio, desde la humildad se dedica a luchar para zafar del descenso directo y/o Promoción. Pero si algún paracaidista vio el partido de ayer en la Tacita de Plata, no podría entender cómo el Rojo podría tener esas aspiraciones y cómo el Lobo está tan delicado con el promedio. El local parecía un Fórmula Uno veloz, ordenado, asfixiante, prolijo, profundo, ganador. El equipo de Santoro lucía como un Fitito con GNC que se empieza a destartalar cuando cruza la General Paz. Ya había sido pobre lo de Independiente en Tucumán (0-3) y triste la actuación al visitar al Lobo platense (0-2). Y lo de ayer, ¡un horror! No se entiende porqué difiere tanto el juego que despliega al recibir a Racing y a Boca, por ejemplo, de su rendimiento pasando los 60 kilómetros de la Capital Federal.
Hubo méritos del local que ayudaron para hundir al Rojo, porque rodeó al Rolfi, con Mateo como abanderado, y le cortó el circuito a Independiente. Anulado Montenegro, no había quién tomara la conducción, faltaba alguien a quién no le quemara la pelota. Ledesma fallaba hasta un pase de un metro, Mancuello no aparecía, Mareque no se proyectaba (cuando lo hizo, perdió), Moreira se preocupaba por tapar los errores de Ledesma. ¿Pusineri? Nada. Y así el Rojo no avanzaba y Sosa y Mazzola estaban más cerca de la mitad de la cancha que de Pezzutti. Encima, Ledesma colaboraba para que el Lobo se pusiera en ventaja con una macana infantil: el volante se desligó de una pelota que estaba en el aire, miró al rival, la bocha le pegó en la espalda y se la dejó servida a Cahais para que definiera. Guillermo Rodríguez también fue solidario con el rival: Ricky Gómez llegó a la línea del fondo, amagó con tocarla al punto del penal, el central se comió la avivada del 10, que se la terminó dando a Ferradas. ¿Cómo reaccionó Rodríguez? Levantando la mano, pidiendo offside cuando había sido un pase atrás. Estaba totalmente fuera de concepto. ¿Soluciones? Santoro las buscó haciendo dos cambios estando ya 0-2: volante (Gavilán) por volante (Ledesma) y enganche (Higuaín) por delantero (Sosa). Pero esa búsqueda no sirvió de nada, porque tuvo más la pelota, es verdad, pero Gimnasia siguió siendo el único dominador: Gómez y Busse estuvieron terribles; Ferradas y Arraya, incontenibles. La presión funcionó y dio frutos. Y la gente disfrutó con el "uy uy uy uy, están bailando con Gimnasia de Jujuy".
El Rojo salió a dar otro paseo por el Norte. Sufrió una ciclotimia futbolística. Y sí, fue a hacer turismo.




GIMNASIA(J) Vs. INDEPENDIENTE

Independiente viene de vencer a Boca y buscará, ante el comprometido Lobo jujeño, afianzarse para pelear el campeonato. En el Lobo debuta Arzubialde como técnico
Los hinchas de Gimnasia sueñan con que a Independiente hoy a las 19 le vaya para el diablo en el partido casi crucial en su lucha por permanecer en Primera. Debutará Héctor Arzubialde como técnico tras la dolorosa salida de Omar Labruna. E Independiente llega encendido después de ganarle a Boca.
En el local habrá cirugía mayor porque Arzubialde hará cinco cambios. Miguel Santoro también moverá piezas. Retornará como lateral derecho Ricardo Moreira en lugar de Angel Puertas mientras Nicolás Mazzola debutará como titular con un corte de pelo trenzado que dará qué hablar y más si sacude las redes jujeñas. Federico Mancuello jugará pese a que arrastra una tendinitis.

*LA PREVIA

INDEPENDIENTE 2 BOCA 0

APARECIÓ EL ROLFI
 El Rolfi metió el mejor caño del torneo y la clavó en un ángulo. ¿Que no juega los clásicos? En este Clausura ya sometió a Racing y ayer se cargó al campeón.
Saludó a Riquelme y se fue para el medio de la cancha. Montenegro no sabía que el 10 del día iba a ser él. No se lo podía imaginar porque nadie puede imaginarse ese caño, ese cañonazo, ese gol que le puso nombre y apellido a un partido hasta ahí huérfano de figuras.
¿Qué fue más lindo? ¿El caño? ¿El cañonazo? ¿Habérselo hecho a Boca?
El caño. Daniel Montenegro, el Rolfi, que se hizo jugador en esa cancha, el que acusan de no comprometerse en los partidos comprometedores, el que lleva la camiseta que usó el Bocha... tiró un caño pisando la pelota que seguramente quedará en la historia. Vargas todavía intentaba cerrar las piernas y el 10 ya le había sacado dos metros de distancia.
El cañonazo. Tuvo control para acercarse al arco sin que los pozos lo traicionaran y le dio de lleno, de adentro hacia afuera para clavarla casi en el ángulo izquierdo del Pato. Y para agregarle belleza, la pelota dio en el palo y entró.
Algunos insisten en que todos los goles valen lo mismo... ¿Pero cuánto cambió Montenegro e Independiente con ese gol? Mucho, sobre todo porque cumplió con lo que se le pide a un capitán y líder: que aparezca en las difíciles. Y el Rojo ardía en llamas. Fino, rápido, incisivo, el Rolfi arrancó su juego bien recostado por izquierda y bailó a Ibarra. Ni siquiera en el mal momento del equipo, durante el primer tiempo, dejó de ser el eje. Una imagen alcanzó para entenderlo. Moreno, en su desconcierto táctico habitual, empezó a seguir a Vargas casi hasta campo propio. El grito del 10 se hizo escuchar y el punta volvió al ataque.
Ese líder-referente debía hacerse cargo de una historia torcida. "Nos agarraron desprevenidos. Sabíamos que los teníamos que presionar porque iban a cansarse y en el segundo tiempo lo hicimos. Se agrupaban bien y era cuestión de encontrar algo extra...", analizó. Extra que llegó en forma de caño.
A partir de gol, el gran mérito de Montenegro fue encontrar los espacios que obligadamente dejaba Boca en desventaja en el resultado y con un jugador menos. Con metros para meter el cambio de velocidad, desbordó y asistió a Mazzola. Generó infracciones y se adueñó del juego. La pelota pasaba sí o sí por él. "Creo que nos falta regularidad. Hoy (ayer) les echaron a uno y empezamos a errar pases cuando teníamos que tener paciencia. Cuando corregimos eso, mejorarmos".
Escuchó con una sonrisa cuando Pusineri le pidió patear el penal ("Era una jodita") y repitió el festejo señalándose el 10 en la espalda cuando engañó al Pato en el 2-0. Con el cañón en el bolso y más tranquilo, el Rolfi sabe que no alcanza: "Es para el grupo, para Pepé, para mi familia... Pero ahora vamos a Jujuy. Si perdemos se vuelve a la semana anterior".
A un par de semanas de cumplir los 30, aprendió a convivir con el sombra de su supuesta falta de actitud. "Son palabras nada más. Se pueden tener buenos o malos momentos". Hábil, cuida las palabras, pero mete caño y cañonazo para despedirse.
-Es la primera vez que con Independiente le hacés goles a Boca... Encima con un golazo.
-Y... me parece que valió la pena esperar.



GIMNASIA LP 2 INDEPENDIENTE 0

ESTO NO ES RACING
Al Rojo se le acabó el encanto del derby. Gimnasia lo bajó y se quedó con la fiesta que quería Pepé para su cumpleaños: punta y chance de salir de la Promoción.
Gimnasia jugó el partido como lo que era: una más de las tantas finales en cadena que debe encarar de acá hasta el final del semestre. Independiente jamás pareció un equipo que venía de llevarse un clásico: ni cuando empataba, ni cuando perdía. Esa fue la razón principal del resultado. No la única...
Está claro que Gimnasia no es Racing. Debería saberlo Independiente. Este Lobo gana porque conoce cuál es la receta que más se adapta a sus posibilidades. Optimiza sus recursos. Juega a meter, ahogar, presionar, porque debe entregarlo todo para permanecer en Primera. Es consciente de que no le van a sobrar llegadas, que difícilmente sea el rey del ping pong de llegadas, y entonces se enfoca en ser efectivo de cara al arco rival. Y cuando consigue la ventaja, la sostiene en su solidez, la misma que le permitió terminar el Apertura con la valla menos vencida. Y así, este equipo que necesariamente empezó el torneo pensando en el promedio, acosado, hoy mira hacia arriba y también hacia abajo, con serios riesgos de sufrir de tortícolis, porque a esta hora, en la tabla de la página 2, está puntero, solito y solo.
Independiente se había mostrado mejor en el arranque, algo más preciso, inquietante por las bandas, con Ismael Sosa vestido de wing derecho y con centros venenosos de Mancuello. Pero rápidamente evidenció dos problemas profundos. El primero, y más tangible, fue su falta de efectividad. José Moreno falló todas: las fáciles (el cabezazo que falló a los tres minutos de juego es insólito), las regulares y las difíciles. El segundo, su falta de intensidad, o tibieza, como le dicen en algunos barrios. Gimnasia, prácticamente sin generarle situaciones de peligro (antes del frentazo de Maldonado, hubo un zurdazo mordido de Piatti), casi que le puso los clavos en el cajón.
Porque cuando faltaba una hora de partido se palpaba que el vencedor estaba decidido. Y eso es para asustarse. Independiente volcó todas sus expectativas ofensivas en Moreno, y ya está dicho cómo jugó el colombiano. Encima, Montenegro estaba disperso, perdido, alejado del área. Todo el equipo fue demasiado light para el torbellino de ímpetu que mostró Gimnasia. Para peor, el Rojo no encontró reacción en el banco. Pepé Santoro también tiene parte de responsabilidades en no haber podido celebrar sus 67 años con una alegría: demoró la salida de Moreno (es cierto, en el banco no tenía a Van Nisterlooy, pero bien que el DT había pedido refuerzos y no llegó ni un punta nuevo) y le faltaron reflejos para sacar a un defensor y tentar un poquito al destino.
El equipo no esbozó ninguna reacción anímica vinculada al deseo de vivir otra semanita veraniega como la que acaba de esfumarse. Gimnasia, el puntero, le mostró de qué se trata. Y lo mira desde lejos.


INDEPENDIENTE 2 RACING 0

TODO X 2 LUCAS
Metió el gol que abrió el clásico y se peló la piel para evitar uno de Racing. Encontró la luz en la crisis... En Independiente, héroe se dice Pusineri
Lucas Pusineri está invitado a la mesa de los que nacieron para ser héroes. Es el pequeño tenaz que pelea con la honda; es el estandarte que se eleva más alto que un muchacho diez años menor para meter un testazo mortal; es el guerrero al que sólo derrotan con un flechazo en el talón; o es el gladiador que entrega la piel y la sangre en sacrificio para defender su bando pero que nunca se rompe y se mantiene en pie. Herido, pero enhiesto. Mito o realidad, la diferencia se hace imperceptible para el hincha de Independiente, que ve cómo San Lucas los invita a romperse las manos o a descerrajar sus gargantas al grito de "Pusineri, Pusineri...".
Porque a los 32 años, con muchas batallas, es el que muestra el camino de cómo se debe jugar un clásico. Y cómo ganarlo. No se equivocó el propio Pusi cuando hizo un diagnóstico certero de por qué Pepé Santoro lo devolvía a la titularidad justo en el partido en que se ponía en juego la paz de media Avellaneda. "Tal vez se ve en la obligación de ponerme", admitía, con pataleo incluido, el que en ese entonces ya olfateaba que no estaba destinado a pasar inadvertido. "Por suerte el sueño se hizo realidad. Absorbimos los problemas. Esta es una victoria para un equipo que fue bastardeado en las últimas semanas y es gratificante. Pero no soy responsable absoluto en las victorias ni tampoco en las derrotas", celebró, aún con algo de dolor en el pecho porque ponerlo en este Independiente trae consecuencias.
La misión es, claro, seguir por el camino mostrado por Pusineri para que los dolores desaparezcan por completo. El bajó el mensaje desde el juego: siempre hay que saltar más alto que tu rival, como lo hizo con Yacob en el gol propio, o siempre hay que poner un plus de sacrificio, como lo mostró en la feroz barrida que dejó a Lugüercio pateando al aire. "Las dos jugadas fueron épicas. Tal vez más la primera porque terminó en gol. Andá a saber si Lugüercio la metía...", se permitió dudar.
Le siguieron los pasos Montenegro y Tuzzio, otros dos puntos altos en la faena roja, como si ganar este clásico fuera, en buena medida, cosa de grandes. "No lo siento como una revancha pero este partido era un arma de doble filo. Si perdíamos, íbamos a ser los referentes los máximos culpables. Cómo habrá sido la cosa que los más pibes tuvieron que salir golpeados y nosotros seguimos", trazó su análisis sesudo. Y era así. Porque la semana había tenido un inusual trajín, más allá de la crisis en el juego, por la apretada de los barras pidiendo plata porque los agobiaba el lucro cesante que les generaba el mal paso del equipo (raro, porque esos barras estaban en la popular que deliró con la victoria. ¿Habrán festejado el triunfo que los aleja un poco de los pasajes al Mundial?). Y porque también corría riesgo el bronce de Santoro, con sospechas de que el plantel no le respondía. Por eso, en esta rotonda que suele ser el fútbol, el mismo Pusineri que una vez confesó que Pepé, en su último interinato, lo salvó al devolverle el puesto (que había perdido con Troglio) sin preguntarle cómo estaba, fue el que ayer le dio una palmada en el lomo al legendario arquero que encontró algo de sosiego en su inestable tránsito como técnico. Claro que, de aquí en más, se necesita, cuanto menos, repetir con carbónico la entrega de ayer pero agregarle algo más de lucidez, porque Independiente ganó sin ser precisamente una máquina.
Así, Pusineri invita a "mantener la cabeza fría". "Había muchas velas prendidas por todos lados, y surtieron efecto", se descargó, feliz, por un gol que no se animó a comparar con el que le hizo a Boca en el Apertura 2002, el día que lo bautizaron San Lucas. "Aquél nos dio un campeonato", enfría, aunque igual la felicidad se le escapa por la comisura de una boca que no se puede mantener cerrada.
-Lucas: el gol a Boca, el título, un gol a Racing, sos ídolo. ¿Te falta algo?
-Nada.


SAN MARTIN(T) 3 INDEPENDIENTE 0

LA HISTORIA A LOS CANÍOS
Independiente puso a Bochini y Erico, pero un chileno lo humilló con tres golazos. Y encima llega Racing...
En el arco, Santoro. La línea de fondo: Clausen, Villaverde, Trossero y Pavoni. En el medio, guapo, guerrero y solo, Pastoriza, quien a la derecha goza con el vuelo de Burruchaga, y a la izquierda, con el de Bertoni. Y lo de arriba, bueno, lo de arriba directamente es un afano, suspendanló: Bochini, Agüero y Erico. Esos recuerdos, esos apellidos, hubieran necesitado Independiente para volver a ser Independiente, de una buena vez, y que el Santo tucumano no lo humillara como, vergonzosa costumbre, ya lo han humillado tantos. Independiente jugó anoche como si tuviera a Bertoni, pero el Bertoni de hoy, con sus kilos y sus nietos de hoy.
A los diez minutos, diez minutos nada más, Mancuello y Fredes ya habían regalado dos pelotas que Cantero y Canío aprovecharon, sorprendidos y apurados, pegándole por arriba del travesaño. Repetimos: diez minutos. Y tampoco es que San Martín fuera una máquina fatal: el equipo de Roldán se movía en bloque, todos juntos, con La Paglia ofreciéndose y abriendo la cancha con Quinteros o Leone, descansando en la movilidad de Ibáñez, buscando los huecos que ya iban a venir. Pases cortos, veloces triangulaciones (Mareque peleaba solo ante Quinteros que subía, el Leche que conducía e Ibáñez que recibía), hambre, actitud, condiciones que no deberían asombrar pero que ante Independiente se potencian como si estuviéramos viendo al Barcelona.
Inmediatamente después del 0-0 ante Vélez en el debut, Santoro, Montenegro y Assmann dijeron que se había jugado bien, que el resultado había sido positivo, que el rival sería candidato y entonces era bueno no perder (de local), palabras que están demasiado lejos de lo que un grande debe pretender. Independiente juega cada partido como si fuera una continuidad del anterior, y la sensación es que jamás generará una chance limpia de gol. Se nota que Mancuello sabe lo que es dársela a un compañero, pero Higuaín se le acerca poco y el Rolfi entiende que la única ruta es pegarle desde afuera (Gutiérrez le abortó dos derechazos). Del otro lado, en tanto, Moreira no pasa la mitad, y Fredes, quien tampoco llega nunca al fondo, la única vez que lo hizo se la bajó bien al Pipita, que lo pegó cruzado y con menos fuerza que la oposición nacional. Para entenderlo mejor: las más claras del Rojo fueron un penal que ni le acertó al arco y un bombazo de zurda de Rodríguez (ejemplo de rebeldía pero de desorden también, porque la jugada no nació de un tiro libre o córner) que tapó bárbaro la Anguila.
Y el equipo de Roldán, con su paciencia inusual, se aprovechó de todo eso y de los donativos metros que había entre Vittor y el fondo. El 1-0 fue denunciante: Perugini (entró por Quinteros: gran acierto del DT) metió un pase de 25 metros y Canío la puso en un ángulo. Una jugada así tuvo Independiente nueve minutos después, pero Gutiérrez desactivó el zurdazo de Mancuello. Hablábamos de paciencia: el 3-0, con 13 pases previos al sombrero de Canío, sentencia que en el fútbol hay que tocar, moverse, esperar, entender que la serenidad de uno es la desesperación del rival. La desesperación de Independiente, ayer otra vez, que aún tiene menos definición que la inauguración de su estadio. Y ni digamos, mejor, que se viene Racing.


VELEZ 0 INDEPENDIENTE 0

-9
Bajo el solcito, Independiente y Vélez se deshidrataron buscando un gol. Les faltó pisar el área: ¡Pavoooone!, ¡Larriveeeey!
Cuenta la leyenda que, de los laberintos, sólo se puede salir por arriba. Pues bien, en el laberinto de espejos de Independiente y de Vélez, lo que estuvo arriba -en verdad- fue el principio del problema. Y entonces, como en los viejos parques de diversiones, las figuras que allí se reflejaban atentaban contra la realidad visual. El gordo es flaco y el lindo es feo. Aunque, en el Ducó, en Parque Patricios, el 0-0 fue 0-0. Y sin espejismos. Porque adelante, porque arriba justamente, no estaba la solución. Los delanteros de área, especie en extinción, parece que no se consiguen por estos pagos. Bah, aparecer, aparecen. Sólo que ahora hay que repatriarlos. Y pagarlos como nuevos. Todos son geniales a 12.000 kilómetros de distancia. Así, Mariano Pavone, suplente en un Betis que pelea el descenso, es asemejado a Jesús salvador con esa barbita registrada. Y Joaquín Larrivey, postergadísimo en Cagliari, ya es Van Basten en la Euro 88. Claro, hace 20 años, el Rojo y el Fortín no admitían espejitos de colores... La salida, convengamos, ahora y siempre, seguirá estando en el área. ¿Y por casa cómo andamos? -9...
Resultó un partido explicable a base de ejemplos. Poco cambió la cosa con respecto al Apertura. Las carencias se mantienen atornilladas a la tabla. ¿Por dónde empezar? El primer tiro al arco de Independiente fue un testazo frontal de Fredes que terminó a cinco metros del travesaño. Y eso no fue lo peor. Sucedió recién a los 41'... El propio Fredes, extrañamente, terminó la tarde en el área chica resolviendo los esporádicos avances a puro rebote. Sí, anarquía. O falta de rumbo. Núñez, el bomber, se mostraba a 30 metros de Montoya, a mera bomba; Montenegro, oscilando entre ser capitán, técnico en cancha y enlace-punta; Sosa, jugando de Sosa; y Gandín sentado en el banco tras una hora sin GPS. Higuaín, para cerrar con la carta ofensiva (con franqueo a pagar) fue el botón de la muestra. En un mismo metro cuadrado fue enganche, cuarto volante y extremo izquierdo. En esa coyuntura, el más ofensivo fue Tuzzio. Sólido en los cruces, dándole de punta y para arriba, y levantando los únicos y tibios aplausos (a pesar del penalazo a Moralez) de la colmada popular. Vélez, que encima no se desordenó en el fondo, y algo más picante a fuerza de dólares, sólo aparentó ser equipo de pretemporada. El multicampeón económico, con la onerosa presentación de Seba Domínguez y Maxi, buscó el arco. Y mucho. Así, otra vez arroz, Assmann sacó cuatro goles hechos. El doble enlace (Moralez-Ocampo) funcionó pero desde el hágalo usted mismo. Y el charrúa López, goleador de amistosos, cuando se decidió a salir del offside, tuvo la más clarita aunque su penal reventó el palo (como un posterior tiro libre de Ponce que dio en el ángulo, otra pelota parada). La entrada de Nanni para romper el cero resultó una vuelta al pasado. Y que el Rojo primero raspe y después juegue fue otra regresión. Pero el punto suma. Para la manguera de Santoro. Para la imagen de Gareca. Saben que lo mejor puede estar por venir. Hoy continúan en -9. Y encerrados en su zigzagueante laberinto de necesidades.