AL PEPE...
Santoro se fue del Rojo sabiendo que el 4-1 nada reparaba. Se mostró en paz, aunque previo al partido le puso los puntos al plantel. Y el hincha ovacionó al ídolo.
Si fuera, en serio, el equipo de Pepé -tal como sentenció buena parte del Ducó-, lo de Santoro hubiese durado un poco más. Hasta junio al menos. Pero no. Ni siquiera, a pesar del 4-1. De los oles con telaraña. De las súplicas de la popu. A esa altura de la noche, en Patricios, el adiós del abuelo estaba consumado. Porque no era cuestión de resultados. "Sé que, con otro técnico, les va a ir mejor. Pero también sé que no me quieren", les habría dicho el, ahora, ex DT en el vestuario rato antes de arrancar la goleada a Newell's. Por eso, Comparada, testigo de lujo de la arenga-puesta de puntos, se fue a las 18.40 del Palacio. Ya no tenía nada por hacer. Chau convencimiento. El bronce estaba fundido...
"Olelé, olalá, Santoro es del Rojo y del Rojo no se va...", lo despedía la tribuna sabiendo que, en 15 días, ante Lanús, habría otro mártir de la casa poniendo la cabeza. Pepé se iba por la puerta grande, entornada intencionalmente sobre la hora. Se iba un ídolo. Se recuperaba a un grande que volverá a formar arquerazos y que ya tiene las puertas abiertas de la Selección. Como hace seis meses... En rueda de prensa, chivado y agotado, negó con un "es mentira" el affaire del vestuario y su paciencia duró casi nada. "Me llevo un recuerdo que no tiene precio. ¿Por qué no cambié mi decisión? Uno quiere pelear batallas y cuando no son leales... Estoy saturado, fatigado. Hablar siempre de renuncias... Hubo un sin fin de mentiras. Esto fue lo mejor. Y fue la última vez", juró. El bronce estaba fundido... Y quebrado...
* LAS IMAGENES